La cantidad de concursos de acreedores sigue descendiendo, tal y como atestigua Axesor, la primera agencia de rating española, en la reciente publicación de su Gabinete de Estudios Económicos.
En lo que llevamos de 2018, los procesos iniciados de concurso han sido 1.790, lo que implica un descenso interanual del 4,5%.
¿Son los concursos de acreedores una segunda oportunidad o un clavo ardiendo?
El hecho de que la cantidad de concursos de acreedores haya descendido de forma considerable, refleja de forma general que la recuperación económica está notándose entre las empresas, principalmente en las pymes que son la tipología más frecuente en España.
Sin embargo, a la cantidad de procesos también se le puede unir un dato importante, el de resoluciones favorables para la compañía.
En teoría un concurso de acreedores es una alternativa jurídica con la que se espera aliviar las deudas de la empresa, con el fin de que pueda resolver su delicada situación económica, devolver de forma más cómoda el dinero que debe y conseguir recuperar una posición de rentabilidad.
Sin embargo, un análisis pormenorizado de cómo se resuelven estos concursos de acreedores, confirma que en la mayoría de casos se escogen como una última oportunidad de supervivencia de la empresa.
Optar por un concurso de acreedores demasiado tarde tiene la consecuencia casi inevitable, de que la liquidación de la compañía sea el único recurso que quede para pagar parte de las deudas a los acreedores.
Los datos de 2018 pueden reflejar la situación actual perfectamente. De enero a mayo, los procesos concursales que se han resuelto han sido favorables únicamente en el 3% de las ocasiones.
De forma más amplia, si nos remontamos a 2008, es bastante revelador que de 55.450 concursos de acreedores iniciados, solo 5.023 hayan derivado a un acuerdo entre la empresa y sus acreedores.
Por tanto, el hecho de que haya una reducción en la cantidad de concursos no implica que la situación sea más favorable para las empresas que inicien el proceso. De hecho, hay una relación completamente equitativa, entre la cantidad de concursos iniciados y los resueltos.
La cifra desciende año tras año. De cuando hubo más resoluciones favorables, 2014 con 686, se ha llegado a la situación actual que, en lo que llevamos de año, tan solo acumula 146 convenios alcanzados. La estimación en una progresión constante de este ritmo es que 2018 termine con solo 350 acuerdos entre empresas y acreedores.
Un proceso complejo y costoso
En conclusión, de momento un concurso de acreedores sigue siendo un clavo ardiendo, más que una solución viable, al menos en la mayoría de los casos. Los principales motivos es que los plazos así como los costes que se establecen, aún siendo más favorables que la situación inicial, todavía son excesivos para las pymes.
Los procesos jurídicos tampoco son los más adecuados. Se requiere por ello mayor flexibilidad para alcanzar acuerdos antes incluso de tener que llegar al proceso judicial del concurso de acreedores.
Igualmente se necesita que acreedores y empresa puedan llegar a esos acuerdos de forma más ágil y con mayores oportunidades de resolución antes de alcanzar una vía judicial, que hoy en día sigue poniendo más obstáculos que soluciones.
Concursos de acreedores por sectores
Otro dato relevante en relación a los concursos de acreedores es en qué sectores está presentando una mayor evolución. Durante los últimos 10 años la construcción y el comercio han llegado a acaparar hasta el 50% de estos concursos, con 16.181 y 10.584 operaciones, respectivamente.
Es significativo que en la construcción, los procesos concursales confirmen una tendencia a la baja. En 2018 ya es del 11% en comparación a 2017. El sector disfruta de un crecimiento bastante constante.
Sin embargo, el comercio presenta una situación discordante. Aunque la recuperación económica es patente, en este sector la evolución de Internet plantea la presencia de una mayor competencia por el comercio online. Como resultado, la cantidad de concursos de acreedores se ha incrementado un 10% en lo que llevamos de 2018.
Por tanto, el valor de concursos de acreedores iniciados sirve como reflejo de la salud de un sector, pero no implica que haya recuperación o que las resoluciones sean favorables, porque mantienen un mínimo ratio de éxito.
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