El próximo martes, 1 de mayo, se celebra el Día internacional de los Trabajadores, una efeméride con la que todos nos sentimos, de una u otra manera, identificados. Una fecha para festejar, y que pone de actualidad un escenario, el laboral, respecto del que muchos, con mayor o menor frecuencia, se preguntan: ¿se puede ser feliz trabajando?
El psicólogo Jesús Matos, experto en gestión de la tristeza, lo tiene claro: «Trabajo y felicidad no tienen por qué ser términos incompatibles. Es cierto que, por desgracia, en los últimos años hemos asistido a un empeoramiento general en las condiciones de trabajo, lo que conlleva dificultades emocionales. Pero siempre dependerá de las circunstancias, de la persona y de la interacción de ambas«.
El ambiente laboral
La realidad refleja que hay un porcentaje significativo de personas que, cuando menos, se declaran frustrados o insatisfechos en su desempeño profesional. Por ejemplo, según una encuesta de Adecco, del año 2017, el 23,4% de los trabajadores españoles no se siente feliz en su trabajo, porcentaje que ha subido casi cinco puntos desde 2011.
Ello genera estrés y estados emocionales negativos. Matos reflexiona sobre cómo gestionar esta coyuntura: «La clave es introducir ciertos hábitos en nuestra vida que promocionen el bienestar. Obviamente, las condiciones laborales son muy importantes, así como la relación con los compañeros. Una de las cuestiones fundamentales es el ambiente laboral». La idea sería que si tenemos relaciones sanas con los compañeros, seguramente el bienestar en el trabajo será superior. Por ello, una buena forma de mejorar nuestro estado de ánimo en el trabajo es cultivar relaciones saludables, afirma el psicólogo.
La importancia de lo que hacemos
En nuestro entorno, hay personas que declaran trabajar en lo que desean y, en paralelo, les remuneran bien, por lo que se sienten felices en su profesión. Un fórmula asociada al éxito. Con todo, a aquellos que no viven esta realidad les produce frustración: «Es una buena fórmula -subraya Jesús Matos-, pero la verdad es que la mayoría de las personas no se dedican a lo que les gusta y tampoco se sienten bien pagadas. Una de las claves es sentir que lo que haces sirve para algo. Que tenga sentido ir a trabajar cada día. Sentirse útil, y no un mero número dentro de una empresa. Sentir que lo que hacemos importa».
Un eterno dilema: si no eres feliz, ¿merece la pena trabajar?: «La mayoría de nosotros, señala Matos, no trabajamos buscando la felicidad, sino como un medio para poder sobrevivir a nivel económico. Las circunstancias a veces son tan adversas que nos vemos obligados a aceptar trabajos que no nos gustan y que nos hacen infelices. Muchas veces el trabajo se convierte en una de las fuentes principales de frustración de las personas. Hay que valorar qué es más importante, la salud o el trabajo».
El factor económico
Los aspectos más valorados por los trabajadores españoles a la hora de sentirse bien en el ámbito laboral, son, según los estudios, el clima de trabajo, la flexibilidad y «tener un buen jefe«.
El salario figura como variable menos importante que estos tres factores citados anteriormente. Y es que ni siquiera un cierto reconocimiento económico puede paliar estados emocionales que nos perjudican internamente.
«Al final, todos acabamos acostumbrándonos a las subidas salariales. El problema es cuando no nos vemos ni recompensados ni reconocidos. ¿Cómo podemos luchar contra esto? No hay recetas mágicas, pero ayuda mucho sentirnos útiles, que tenemos cierta autonomía, que contamos para la empresa, podemos conciliar la vida familiar con la vida profesional, tener un ambiente de trabajo sano y que la responsabilidad y la retribución económica estén compensadas», sostiene el psicólogo.
Alternativas en búsqueda de mayor bienestar
Y, como reflexión final, una cuestión: si no hay correlación trabajo-felicidad, abandonar no tiene por qué ser la única posibilidad: «Hay veces – remarca Jesús Matos– que es la solución. Pero existen alternativas, sobre todo el sentir que estamos haciendo algo para cambiar la situación. Muchas veces nos vemos solos en este tipo de luchas, y el percibir que nos asociamos con otros compañeros para mejorar las condiciones, puede ser suficiente para mejorar nuestro bienestar, sin necesidad de dejar el trabajo. Lo contrario lo que produce es un estado de indefensión aprendida, o lo que es lo mismo, sentir que no tenemos control sobre el resultado de nuestras acciones».
Un día perfecto, por tanto, el próximo 1 de mayo para celebrar que podemos generar nuevas expectativas tanto en nuestra situación laboral como en la de los demás.
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