En el desayuno “Liderazgo y dirección de equipos” organizado por Kayros Institute entre Directores de Recursos Humanos y Formación, se dieron a conocer las claves para mejorar la eficacia de los equipos.
Miguel López Morejón, director de Kayros Institute, explicó las claves para que funcione con eficacia el trabajo en equipo. “El ser humano es imperfecto por naturaleza y tiene tendencias perjudiciales a nivel grupal. Estas tendencias generan ineficiencias en el trabajo en equipo. Conocerlas permite a los integrantes de un equipo establecer pautas y compromisos que los corrija, para lograr así que cualquier equipo sea un equipo productivo, que produce resultados y mantiene un buen ambiente”.
Para mostrar dichas ineficiencias partió de una experiencia: un juego en el que los participantes tenían que trabajar en equipo para lograr el máximo resultado. Aunque la estrategia de cooperar para ganar todos era la mejor, no es fácil llevarla a la realidad. A partir de las dificultades que se encontraron en el juego, se explicaron las ineficiencias reales que se dan en los equipos de trabajo.
Con ello, quedó demostrado que para trabajar eficazmente en equipo era necesario que cada integrante del equipo desarrollara las siguientes actitudes:
1) Confianza. Es el pilar de cualquier relación, y por tanto la base para que cualquier equipo funcione con éxito. Cada miembro del equipo debe cultivarla a través de la vulnerabilidad, es decir, reconociendo errores y pidiendo ayuda cuando la necesite.
2) Conflicto constructivo. Un conflicto no tiene por qué ser negativo. Comunicarse constantemente haciendo visible cualquier problema que afecte al equipo y afrontarlo es el motor de la confianza, y fundamental para que todos los integrantes se involucren en la toma de decisiones encaminadas a un objetivo común.
3) Compromiso. El compromiso es una parte importante de la confianza. Cada miembro del equipo debe comprometerse con las acciones acordadas. Para ello, se han de dar 3 ingredientes: las acciones deben ser claras, actuar sin miedo al error y evitar caer en el síndrome del consenso (es imposible que las decisiones contenten a todo el mundo al 100%).
4) Responsabilidades. Asumir las consecuencias de todas las decisiones que tomamos en equipo. El propio equipo ha de ser garante de que sus miembros cumplan con las responsabilidades acordadas y estén dispuestos a afrontar el conflicto cuando alguien no lo haga.
5) Foco en resultados. Los miembros del equipo deben tener una comprensión significativa del propósito de su equipo para que se comprometan con él a nivel de grupo, así como sus responsabilidades que aseguren el alineamiento entre la persona y el rol. Los comportamientos egoístas en los que los intereses personales se ponen por delante de los colectivos, son muy perjudiciales para el equipo.
¿Pero basta con estas actitudes para que un equipo funcione con éxito? ¿Dónde queda el componente individual? Además, necesitamos contar con buenos jugadores de equipo, que son personas que tienen 3 virtudes: “Humildad”, “Hambre” y Empatía. La humildad, en el sentido de pensar menos en ti y más en el grupo, la empatía para relacionarte de una manera socialmente competente y hambre, que es la motivación para dar ese extra sin que te lo pidan.
“La buena noticia, es que las 3 virtudes son susceptibles de ser desarrolladas, y el papel del líder es esencial, ya que él ha de ser el primer modelo de jugador de equipo”, explicó Miguel López Morejón.
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