Los últimos estudios no dejan lugar a dudas: el nivel de aceptación de la corrupción entre los españoles es cada vez menor. De hecho, en el CIS de abril la ‘corrupción’ se sitúa en el segundo lugar entre las mayores preocupaciones de los españoles, aumentando un 44,6% respecto a la valoración de marzo. También en el ámbito profesional.
Según los estudios sobre capacidad para generar compromiso en las empresas elaborado por WATCH & ACT, consultora de negocios que trabaja la transformación desde las personas, la innovación y la tecnología, el 84,6% de los Millennials renunciaría a su puesto si su empresa se viera afectada por casos de corrupción, mientras que sólo el 51,2% de los conocidos como Baby-Boomers se iría de la compañía si estuviera inmersa en ese tipo de situación.
Sin duda, la reputación social “es un factor determinante para la atracción y la retención del talento para este tipo de perfiles que saben que pueden elegir dónde y con quién trabajar”, asegura Luis Fernando Rodríguez, CEO de WATCH & ACT, quien aclara que la reputación de la que habla no se refiere a aquella que se logra en clasificaciones como el ‘Great Place to Work’, sino “en los estilos de liderazgo, en cómo se toman las decisiones que los propios equipos captan, internalizan y hacen suyas. Y una línea de decisión clave es cuando la empresa se pone de frente ante temas de la corrupción; cuando es capaz no sólo de renunciar a un contrato, sino también de denunciar un intento de soborno y soportar con firme determinación el seguro sufrimiento que estas decisiones suponen”, aclara Rodríguez.
El compromiso es una de las formas de trabajar este tipo de liderazgo. “Las empresas con mayores niveles de compromiso están más protegidas e inmunizadas ante casos de corrupción”, defiende el CEO de WATCH & ACT. “Por ello, con líderes comprometidos y capaces de comprometer a sus equipos y colaboradores se podrá luchar contra esta lacra”.
En el Global Fraud Survey de EY se señala que uno de cada cuatro directivos (de una muestra de más de 2.800) acepta, entiende y ha sido protagonista del intento de inclinar la balanza hacia sus intereses, invitando a eventos, haciendo regalos o incentivando económicamente a los profesionales que debían tomar decisiones.
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