Prescindir de los millones de inmigrantes indocumentados que trabajan en EEUU tendría un impacto «sustancial» sobre la economía estadounidense, que podría llegar a perder hasta 5 billones de dólares (4,7 billones de euros) a lo largo de una década o una media de 500.000 millones de dólares (474.461 millones de euros) anuales, según advierte un estudio publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER).
«Nuestros resultados muestran que la contribución económica de los trabajadores ilegales es sustancial, equivalente a alrededor del 3% del PIB anual del sector privado, lo que supone unos 5 billones de dólares en diez años», señalan los profesores Ryan Edwards y Francesc Ortega, autores del documento.
No obstante, los responsables del informe, publicado inicialmente el pasado mes de noviembre, destacan que el impacto de una hipotética retirada de trabajadores ilegales variaría de forma significativa en función de los distintos sectores económicos, reflejando la desigual proporción de indocumentados. De este modo, los sectores más afectados serían la agricultura, la construcción y el ocio y la hostelería, donde la actividad caería entre un 8% y un 9%.
En este sentido, el estudio constata que entre 2011 y 2013 el empleo de trabajadores indocumentados tenía mayor peso en la agricultura (18%), construcción (13%) y ocio y hostelería (10%), frente a la media nacional del 4,9% para el mismo periodo.
«En la mayoría de sectores, los inmigrantes legales y los trabajadores autóctonos obtienen similares ingresos, mientras que los trabajadores ilegales ganan sustancialmente menos», apuntan los autores, que cifran en un 45% la diferencia media de los ingresos semanales entre los inmigrantes legales y los ilegales.
El endurecimiento de la lucha contra la inmigración ilegal ha sido una de las consignas esgrimidas por Donald Trump durante la campaña electoral, así como desde su llegada a la Casa Blanca y se prevé que bajó la nueva Administración únicamente quedarán al margen de las deportaciones de indocumentados aquellas personas que llegaron a EEUU siendo menores de edad, los conocidos como ‘dreamers’, a los que el expresidente Barack Obama dio una protección especial.
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