La antipatía no entiende de sexo, ni edad. Mucho menos entiende de sector ni tamaño de empresa, y para desgracia de muchos hay un estilo de liderazgo antipático, que aunque mucha gente lo tolere y piense que se trata de hombres y mujeres con mucha convicción, muy comprometidos por alcanzar sus objetivos o sean auténticos, pueden resultar bastante insoportables y fomentar un clima laboral muy difícil de llevar.
Los jefes o directivos antipáticos suelen ser personas que no están por hacer concesiones al prójimo por cortesía o educación, no tienen problema en decir lo que piensan y no necesitan la aprobación del resto de la humanidad a su comportamiento. Son directos aunque, pueden llegar a resultar faltones, sobre todo cuando consideran que el exceso de cortesía no resulta eficaz a la hora de forzar algún cambio, según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de INFOVA.
Aunque cada vez menos, todavía existen casos de este tipo de líder antipático, sin irnos muy lejos en el tiempo, parece que este es el estilo que ha adoptado el recién nombrado presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que parece que ha hecho de la antipatía una bandera.
En las empresas, el más conocido, con este carácter difícil en los últimos tiempos, ha sido Steve Jobs, del que algunos dicen que su mal carácter se suplía por su genialidad. Lo peligroso es que “muchos de los directivos antipáticos, creen que por serlo, ellos también serán excepcionales, pero normalmente suelen ser malcriados, con un ego que no cabe en la sala de reuniones, con muy poco autocontrol y una pésima gestión emocional”, afirma el director de INFOVA. “Y es que la grosería nunca ha sido un atributo del líder, ni la educación está reñida con el liderazgo. Estar en desacuerdo no implica necesariamente estar en desagrado, se puede ser firme sin la necesidad de ser ofensivo y el respeto no te resta autoridad, como la mala educación no te la da” añade.
Ahora bien, si en tu carrera profesional tienes la mala suerte de toparte con uno de ellos, deberías tener en cuenta esta serie de recomendaciones.
1.- No intentes cambiarle. Un impertinente con poder, solo deja de serlo cuando pierde ese poder. Mientras tenga poder será grosero y mal educado.
2.- Si te lo puedes permitir, quítate de en medio. Que lo aguante quien no tenga más remedio. Normalmente los buenos profesionales con una autoestima sólida no toleran a ese tipo de jefes. Si sigues a sus órdenes acabarás humillado y sintiéndote pequeño.
3.- Mientras estés trabajando con él o con ella, establece una línea que no vas a tolerar, no toleres ni los gritos, ni los insultos, ni los malos modos. Si te grita, te levantas y te vas. Este tipo de personas saben a quién pueden faltar y a quien no. Procura que vea claramente que tú no lo vas a tolerar.
4.- No te involucres mucho en sus conversaciones que no sean estrictamente profesionales, ni dejes que sepa mucho acerca de tu vida personal, para evitar así posibles comentarios que puedan no sentarte bien.
5.- Deja siempre su mal humor en la oficina y trata de que no te afecte una vez acabada tu jornada laboral. Te aseguro que para estos jefes lo que a ti te atormenta no les mueve un pelo. Así que, compartimentos estancos. Pensar en ellos como “enfermos” te puede ayudar.
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