Una de las cuestiones que siempre se cumplen cuando uno se incorpora a un nuevo puesto de trabajo es la ilusión. Pero lo cierto es que a medida que van pasando los años y el tiempo, se entra un poco en la rutina y se pierden esas ganas de ponerse manos a la obra al inicio de la andadura en la empresa. Por eso es fundamental que cada día sea el primer día de trabajo.
Se trata de recuperar la ilusión, de entrar cada día por la puerta con ganas de comerse el mundo, de saber que se va a hacer algo nuevo y de aportar el propio granito de arena para crecer en la empresa, tanto a nivel personal, como con la organización. Ese momento en el a uno le gusta su trabajo.
Para ello es fundamental tener siempre presente que es lo que hizo llegar a aceptar este puesto de trabajo. Es cierto que a medida que se va conociendo más la empresa, se tiene claro que hay determinadas cuestiones que no son como contaron o como se imaginaban. Pero también es necesario pensar de dónde se viene o qué otras alternativas se tienen.
Si no se está contento, siempre se pueden buscar otras alternativas, pero sin amargarse en el trabajo. La búsqueda activa de trabajo, de oportunidades, no tiene por qué parar cuando se ha encontrado trabajo. Es importante ver que otras opciones existen para cambiar de puesto o de empresa.
En todo caso siempre se debe utilizar la inteligencia emocional. Es fundamental mantener una actitud positiva, extraer lo mejor del trabajo y ponerlo en valor. A veces simplemente la gente se enfada con las cosas que no les gustan, pero no ven aquellos aspectos que motivan profesionalmente, suponen una mejora en la calidad de vida, etc.
Los comentarios están cerrados.