El éxito de los nuevos profesionales depende mucho más de sus capacidades que de sus conocimientos. Lo que nos hace valiosos en las organizaciones es nuestra capacidad para trabajar en equipo, dirigir reuniones productivas, la preparación para gestionar nuestras emociones, nuestra capacidad para movernos dentro de estructuras organizativas complejas, nuestra habilidad para comunicarnos de forma precisa y efectiva, así como nuestra facilidad para influir en otros, para resolver conflictos o para llegar a acuerdos.
Según explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de INFOVA “no es lo que sabes de marketing, de finanzas o de producción lo que va a marcar la diferencia”. El conocimiento está a disposición de todos y aunque sin duda unos saben más que otros, la información y el conocimiento relevante para un puesto se aprende con cierta rapidez desde la práctica.
“No he conocido ningún director de marketing que haya sido despedido por falta de conocimientos. Sin embargo, sí he visto a varios que han sido invitados a abandonar la organización por su incapacidad para cohesionar al equipo en torno a un proyecto concreto”, afirma.
Obtener certificados y calificaciones es sencillo, muy importante, sobre todo a la hora de realizar procesos de selección, y está al alcance de todos. Pero adquirir nuevas capacidades, requiere un poco más de esfuerzo. El día a día en la empresa y la experiencia es la mejor manera de entrenar estas capacidades. Hay algunas pautas que pueden ayudarnos para acelerar el proceso de aprendizaje.
– A trabajar en equipo: la vida te ofrece múltiples oportunidades para hacer equipos. Con tu familia, con tus amigos, con tus vecinos,…y por supuesto con tus compañeros del trabajo. Cuando formes parte de un equipo, más allá de alcanzar el objetivo que da sentido a la existencia del equipo, fíjate como objetivo personal que el equipo funcione bien. Consigue que se genere confianza, que funcione con exigencia en sus resultados y también con respeto a las opiniones divergentes. Preocúpate de su coordinación y pregúntate que estás aportando tu al equipo. Asegúrate que eres de esas personas que mejora el ambiente con su presencia y no de esas que llevan tensión, desgana, quejas y enturbian el clima.
– A dirigir reuniones: dirigir una reunión es diferente a participar en una reunión. Si estás dirigiendo, recuerda el objetivo, mantén al grupo orientado al propósito de la reunión, estimula la participación, reparte la palabra y evita el abuso de ella, respeta el tiempo de la agenda, cierra siempre con conclusiones a las que se les pueda dar seguimiento y agradece la participación de todos.
– A gestionar emociones: otra capacidad que se entrena es la escucha. Tu papel no es cambiar o manipular la emoción de otros, es darle un cauce dentro del grupo que permita a esta persona sentirse apoyada, escuchada y acogida, atravesar el momento de esa emoción más fuerte y desde la serenidad recomponerse y seguir caminando y aportando al equipo. Un requisito básico para desarrollar esta capacidad es que la gente te importe de verdad.
– A moverte dentro de estructuras organizativas: las estructuras de las grandes empresas son cada vez más complejas, organizaciones matriciales, con diferentes niveles de reporte, con jefes y colaboradores en distintas partes del mundo, relaciones jerárquicas más difusas,…todo ello nos obliga a aprender a navegar en estas aguas más complejas. Este tipo de organizaciones se apoyan en la madurez de todos los empleados, la incapacidad para manejarse bien en estas estructuras es motivo de estancamiento profesional. Como consejo: preocúpate menos de la jerarquía, crea buenos vínculos con tus interlocutores, céntrate en añadir valor con tu trabajo y asume cierta autonomía. No te van a dirigir al dictado, se espera de ti que entiendas tu función, el objetivo y asumas tu responsabilidad para hacer que las cosas ocurran.
– A comunicarte de forma efectiva: Los profesionales de hoy nos pasamos el día comunicándonos. La diferencia entre hacerlo bien o mal tiene implicaciones radicales en el desempeño de todos nosotros. Para no equivocarte de salida, cuida estos tres consejos: escucha antes de ser escuchado, aclara el significado de algunas palabras esenciales que pueden ser entendidas de formas muy distintas y no te olvides de verificar lo que el otro ha entendido.
– A influir en otros: El liderazgo es la capacidad de influir en otras personas para que den lo mejor de sus capacidades en la búsqueda del objetivo. Ser capaz de influir es fundamental para dirigir equipos. El consejo en este caso sería: preocúpate de ser una persona admirable. Conviértete en un buen referente para otras personas de la compañía tanto en tu comportamiento como en tu actitud. Cumple la palabra que das, defiende la integridad y tu compromiso con el proyecto.
– A resolver conflictos: La habilidad para gestionar las diferencias que surgen dentro del equipo o con terceras personas o instituciones es también una capacidad muy apreciada. Hay estrategias de negociación y gestión de conflictos que debes conocer. Así en breve, no te olvides nunca de que cuál es el interés que estás defendiendo. No te preocupes de abandonar una posición si te ayuda a defender los intereses. No caigas en la trampa de confundir a las personas con el conflicto y en la medida que puedas céntrate en criterios objetivos.
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