La tasa de paro de Japón se situó el pasado mes de julio en el 3%, una décima por debajo del nivel registrado en junio y su mejor lectura desde mayo de 1995, según informó la Oficina de Estadística nipona.
El número de desempleados en Japón ha disminuido en el último año en 190.000 personas, hasta los 2,03 millones de parados, mientras que la cifra de ocupados creció en 980.000 personas, hasta 64,79 millones.
La tasa de paro masculina se situó en julio en el 3,2%, en línea con el dato del mes anterior, cuando registró su nivel más bajo desde mayo de 1997, mientras que el desempleo femenino bajó al 2,7% desde el 3% de junio, el mejor dato desde septiembre de 1993.
Asimismo, durante el mes de julio la tasa de participación de la fuerza laboral alcanzó el 60,3%.
La mejora del mercado laboral japonés ofrece un alivio a las políticas del Gobierno, después de que la tasa de inflación interanual de Japón sin tener en cuenta el impacto de los precios de los alimentos frescos, considerada la principal referencia, registrase en julio una caída del 0,5%, la mayor desde marzo de 2013, extendiendo a cinco meses consecutivos la bajada de precios.
El débil dato de inflación vino a sumarse al enfriamiento de la economía de Japón, cuyo Producto Interior Bruto (PIB) se ralentizó significativamente durante el segundo trimestre, cuando registró un crecimiento anualizado del 0,2%, frente al 2% del dato revisado correspondiente a los tres primeros meses de 2016.
La pérdida de impulso de la economía japonesa y la bajada de precios registrada en julio añade más presión al Banco de Japón, que sigue muy lejos de su objetivo de inflación del 2%, a pesar de las medidas de estímulo introducidas bajo el paraguas del ‘Abenomics’, el programa económico patrocinado por el primer ministro nipón, Shinzo Abe.
El Gobierno liderado por Shinzo Abe aprobó a principios de agosto un nuevo plan de estímulo económico por un montante de 28,1 billones de yenes (247.790 millones de euros al cambio actual) con el objetivo de impulsar la demanda, eludir la deflación y mitigar el impacto del ‘Brexit’ con inversiones en nuevas infraestructuras y medidas para facilitar la conciliación laboral y paliar el efecto del envejecimiento.
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