El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha asegurado que actualmente en España hay «menos conflictos laborales que nunca», como demuestran datos como los de descuelgues, convenios colectivos o expedientes de regulación de empleo. Una apreciación que no comparte el presidente de la Izquierda Plural (IU-ICV-CHA), Cayo Lara, quien ha asegurado que lo único que dejará cuando acabe esta legislatura será «la pena capital de la reforma laboral y olor a azufre».
Durante la sesión de control al Gobierno en el Pleno del Congreso, quizás la última a la que se someta Rajoy en esta legislatura si finalmente se convocan las elecciones generales para el 13 de diciembre, Lara ha preguntado al presidente por las medidas que está adoptando el Gobierno para resolver los distintos conflictos laborales abiertos en España.
Entre otros, ha mencionado los casos de Bosal, que ha despedido a toda su plantilla de Sagunto para deslocalizar su producción pese a tener beneficios; Elcogas, cuyo cierre se ha autorizado; Vodafone ONO, que lleva tres días en huelga por el despido de 1.159 empleados «sin causas justificadas»; o Coca-Cola Iberian Partners, cuyo ERE fue anulado pero que está manteniendo un «pulso» con la Justicia ante la «indiferencia» del Gobierno al no cumplir la sentencia que le obliga a readmitir a todos los trabajadores.
DINAMIZACIÓN DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA
«No comparto sus afirmaciones», le ha replicado el presidente del Ejecutivo, quien asegura que «más importante que las medidas para resolver conflictos son las medidas para evitarlos» tales como las que se incluyen en la reforma laboral de 2012, que ha «dinamizado la negociación colectiva».
Prueba de ello es que hoy hay un 43% más de convenios colectivos, se han producido más de 6.300 descuelgues que han evitado más de 300.000 despidos mediante la flexibilidad, los EREs han bajado un 40%, hay «menos huelgas» y también un 32% menos de jornadas no trabajadas, y ha descendido también la conflictividad judicial.
«Hay menos conflictos que nunca», ha llegado a afirmar Rajoy, que también ha esgrimido la creación de empleo como «dato más positivo» de la mejoría del mercado de trabajo, con una tasa de crecimiento interanual del 2,96% en el segundo trimestre según la Encuesta de Población Activa (EPA) y un aumento del 3,19% de la afiliación en la Seguridad Social en agosto. «Todo el crecimiento va a empleo», ha subrayado.
EL GOBIERNO NO PUEDE HACER NADA
El presidente ha recordado también que la Inspección de Trabajo ofrece asistencia técnica a las partes en caso de discrepancias para que «intenten llegar a acuerdos» y cuando éstos no se consiguen «son los tribunales los que tienen la última palabra».
Y eso es precisamente lo que sucede en algunos de los ejemplos de conflictos laborales que ha mencionado Cayo Lara, en los que Rajoy no ha querido entrar porque «son cuestiones que en este momento se están dilucidando en los tribunales y en los que ni este Parlamento ni el Gobierno puede entrar» porque es la Justicia la que «tiene que decidir».
En el caso concreto de Coca-Cola, el presidente ha recordado que los representantes de los trabajadores ya han planteado un incidente ante la Audiencia Nacional por el incumplimiento del fallo judicial y que es ese órgano judicial el que «debe tomar una decisión». «Y el Gobierno, quisiera tomar la decisión que quisiera, no podría hacerlo porque no es de su competencia», ha zanjado.
UN GOBIERNO QUE AMPARE
Sin embargo, Cayo Lara cree que «la realidad es otra» y que las dos últimas reformas laborales, y «especialmente» la de los ‘populares’, sólo han conseguido «facilitar el despido de centenares de miles de trabajadores» que «han quedado en la cuneta» por la falta de un Gobierno que «les ampare con la legislación y les proteja frente a los despropósitos y atropellos de determinadas empresas».
«Su Gobierno no lo ha hecho. Pero aún puede tomar medidas en favor de estos trabajadores. No nos deje sólo con la pena capital de la reforma laboral y con el olor a azufre en esta Cámara», ha pedido el coordinador federal de IU.
Finalmente, ha mostrado un cuadro que le regalaron al inicio de la legislatura –un lienzo en blanco con un currusco de pan pegado en el centro– y que a su juicio es «una alegoría premonitoria» porque «representa a una parte de esta España que está quedando en la precariedad, con bajos salarios y menor protección a los parados».
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