Recibo la noticia del fallecimiento de José Martín Martín, fundador de Psicólogos Empresariales y uno de los primeros empresarios de la Consultoría de recursos humanos de España y, no por esperada -estaba al tanto de su delicado estado de salud-, es menos impactante.
Trabajé como director general de su empresa durante seis años y muchos son los recuerdos que me vienen a la cabeza.
Era un hombre difícil, exigente y complejo, pero a mi me dejó trabajar, confió en mis decisiones y pude desarrollar libremente, como decía él, mi competencia de liderazgo.
Tenía tres claros amores, y por este orden: su familia, la psicología y la religión.
Cristiano convencido -no en vano fue sacerdote antes que empresario- creía firmemente en la resurrección y, en estos momentos, estará por ese Cielo del que tanto hablábamos intentando convencer a Jesucristo para que se deje evaluar con el cuestionario de personalidad laboral OPQ del que tan conocedor y profundo defensor era.
Supo levantar de la nada una empresa de consultoría que llegó a tener la mejor cartera de clientes que cualquiera de su sector desearía en estos momentos. La base de su éxito: estar enamorado de su profesión de psicólogo, buscar el conocer a las personas y horas de trabajo, demasiadas horas robadas a su familia para poder crecer en un mercado -test y cuestionarios de personalidad- que él ayudo a madurar y a poner dentro de la consultoría de recursos humanos española donde no existía hasta que convenció a Roger Holdswort y Peter Saville, con los que se asoció para implantar en España SHL, la extinta empresa inglesa.
No era un hombre ni simpático ni fácil en el trato, pero recuerdo con cariño muchas conversaciones sobre lo divino, lo humano y lo empresarial. Hicimos viajes profesionales y particulares y el recuerdo de ellos siempre quedará como parte de una vida de la que, por lógica de la edad, ha dejado de formar parte.
Siempre me decía que no le llamara de usted, que todos los colaboradores que trabajaban con nosotros le tuteaban menos yo. Pero no pude. No quise. Le tenía tanto respeto, le admiraba tanto que sabía que era la mejor manera de demostrárselo.
Se ha ido, nos ha dejado. Con él se marcha una parte importante de la historia de la Consultoría (con mayúsculas) de los recursos humanos. Y con él se van los problemas, los enfados, las injusticias que nos separaron y que, ya hace mucho tiempo, quedaron en el olvido de las experiencias vitales que entre dos hombres de bien pueden existir pero que el tiempo se encarga de cicatrizar.
Ahora, me consuelo recordando lo mucho que mi carrera profesional le agradece, rezo por que su alma esté con nuestro querido Dios y que pueda llevar a cabo su sueño de “pasarle” el OPQ a Jesucristo para entender, aún mejor, su personalidad laboral.
Y hasta que llegue el funeral, envío un fuerte abrazo a su fiel y querida esposa Elo, a su heredera empresarial Marta y a María y José, los hijos que en la sombra también ayudaron a que José Martín Martín, además de empresario de éxito, fuese un feliz padre de familia.
Descanse en paz.
Eduardo Vizcaíno de Sas
@VizcaínoEduardo
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