La Universidad Nebrija y Banco Santander, a través de su división global Santander Universidades, han firmado un convenio para la puesta en marcha de la nueva Cátedra Nebrija-Santander en Inteligencia Ejecutiva y Educación, que cuenta además con la colaboración con la Fundación Educativa Universidad de Padres y la Fundación Trilema.
Inteligencia ejecutiva y educación en el futuro
La teoría ejecutiva de la inteligencia, en la que se basa la nueva cátedra con sede en la Universidad Nebrija, será imprescindible para orientar los cambios educativos.
En este sentido, la cátedra desarrollará dos grandes líneas de trabajo. La primera centrará su ámbito de actuación en la universidad, donde se pretende crear una propuesta didáctica en inteligencia ejecutiva y profundizar en el conocimiento de las competencias en ese campo. En segundo lugar, trabajará en centros de educación infantil, primaria y secundaria para aplicar un modelo pedagógico con una dimensión eminentemente práctica y que incorpora la inteligencia ejecutiva y la adquisición de sus competencias concretas en todas las áreas de conocimiento. Asimismo, formará al profesorado en las competencias de la inteligencia ejecutiva y realizará proyectos de investigación-acción con los docentes.
José Antonio Marina, director de la nueva cátedra
La teoría de la inteligencia, que fundamenta la elaboración de programas educativos, ha sufrido cambios importantes en las últimas décadas, según explica José Antonio Marina. El reconocido filósofo, escritor y pedagogo afirma que “el Modelo Ejecutivo de la Inteligencia deriva en un cambio en un nuevo modelo de aprendizaje y un cambio en el paradigma educativo”.
Añade que “la neurología repsuestas impulpretar las emociones, adaptar las acciones al objetivo señalado, aprender de los errores cometidos, inhibir lasía y la psicología han investigado las funciones ejecutivas del cerebro, consolidando la teoría de que la función principal de la inteligencia es dirigir adecuadamente el comportamiento, utilizando el conocimiento y el control de las emociones bajo un principio director que es la inteligencia ejecutiva”.
El cerebro ejecutivo (en los lóbulos frontales) se encarga de planificar, señalar metas, tomar decisiones, formular nuevas respuestas, modificar las actitudes, producir e interpretar las emociones, adaptar las acciones al objetivo señalado, aprender de los errores cometidos, inhibir las respuestas impulsivas, poner en acción un plan y ajustar las estrategias durante la realización de la tarea. “Es evidente –dice Marina- que estas habilidades son imprescindibles para la vida real en cualquier momento Por ese motivo, en la Universidad Nebrija nos parece esencial estimular, desarrollar y enseñar a hacer uso de las habilidades ejecutivas mientras se están formando, es decir, en la etapa evolutiva que coincide con la etapa de formación de niños y jóvenes”.
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