RRHH Digital Desde el año 2000, la industria española de automoción ha perdido el 25% del empleo y cuatro puntos de su contribución al PIB, es decir, todo lo que había acumulado durante la década de los noventa, y ha pasado a ocupar el puesto número 12 del ranking mundial de productores de vehículos. Pese a que se ha asegurado la actividad de todas las factorías durante el próximo lustro gracias a la negociación colectiva y a la predisposición de sindicatos y trabajadores, CCOO llama a las administraciones públicas a adquirir con urgencia compromisos que doten de estabilidad a un sector que representa una parte importante del tejido productivo y que arrastra fuertes dependencias y debilidades que habría que superar.
Esa es una de las conclusiones que se extraen del informe “La industria de automoción. Balance de la crisis y propuestas de actuación”, que ha elaborado la Federación de Industria de CCOO. Un documento que se presentó ayer en el transcurso de la reunión que mantuvo en Madrid la coordinadora de CCOO en el sector de automoción, de la que forman parte representantes de este sindicato en las empresas fabricantes de automóviles y camiones. En esa reunión se analizó la situación y perspectivas del sector en España.
Este detallado informe, de un centenar de páginas, analiza las causas del derrumbe de los mercados europeos, aborda la evolución de la industria española del automóvil desde que estalló la crisis (infrautilización de las factorías y caída de la producción, exportaciones y empleo) y detalla cuáles son sus fortalezas y debilidades (un tejido industrial consolidado,
fábricas y mano de obra especializadas, con plantas excesivamente dependientes del mercado exterior, así como un déficit importante en logística y un alto coste de la energía). Acaba el informe con las propuestas de actuación de CCOO para el sector del auto, que se resumen en afrontar la fuerte competitividad de los mercados globales, determinar el papel de las
administraciones públicas, conciliar la vertiente económica, medioambiental y social y la aplicación tecnológica, como principal factor de competitividad.
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