Recursos Humanos Digital «Si votara, votaría a Pepe (que no al PP)», dice un español que no vota por principios y porque Pepe (el presidente uruguayo) le queda demasiado lejos de su circunscripción. Pero en esta ocasión, los 10.000 kilómetros que separan España de Uruguay no han sido óbice para que las buenas obras crucen el charco. Y la de José Mujica, el presidente más pobre del mundo, lo es. Y, sino, ¿quién es capaz de donar el 90% del sueldo al pueblo?, ¿qué mandatario no ha cambiado de residencia o de coche?, ¿qué líder político no tiene chófer?
De los 194 países oficiales registrados en el mundo, hay uno que lo hace: José Mujica.
El mandatario suramericano cuenta con un salario mensual de 10.000 euros, de los que 9.000 lo dona a obras de caridad. Lo dijo bien claro, que él no se disfraza de presidente. Ni se disfraza de lo que sí es ni vive como quien no es. De hecho, dijo a la prensa de su país, «para vivir preciso dos o tres piecitas, una cocina, lo elemental, que yo con mi compañera lo arreglamos en un momentito», dice. También su mujer, senadora, reparte con la misma generosidad su salario.
Esta manera de vivir la política en un momento de crisis económica y de principios como la que atraviesa España suena a música celestial. La prensa en su país ha comprobado que efectivamente es así, que sigue viviendo en su casita, con su gente, en su barrio y, aunque no encaja con ningún perfil al uso, guste o no, él es el presidente.
En su última declaración oficial de bienes aparecen sólo dos vehículos, pocas propiedades y su granja por un valor toral de 156.000 euros. No hay desvíos a paraísos fiscales porque para Mujica su chacra (parcela) es ya el cielo.
Junto a su esposa, la extupamara y senadora Lucía Topolansky, cultiva flores y hortalizas que si es menester, reparte entre los que se acercan a saludar.
Aunque hasta ahora era un desconocido (su país apenas supera los tres millones de habitantes), ya hay quien habla de un guión para rodar la película del presidente más pobre del mundo. Pero a sus 77 años, José Mujica no precisa de un guión; su vida es un guión.
Fue uno de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN), guerrilla derrotada en 1972 que acabó con él en la cárcel durante 14 años en condiciones infrahumanas (1973-1985). Hace dos años fue nombrado presidente de Uruguay después de una victoria arrolladora. Ahora ha vuelto a ser noticia por su propuesta para legalizar la marihuana.
«Yo no soy un presidente pobre», dijo a los periodistas. «Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren mucho». Es el Robin Hood, príncipe de los ladrones, pero en versión política.
Un dato, con lo que Pepe dona al año, casi 110.000 euros, se evitarían muchos desahucios en España: el umbral de renta para evitar los desalojos está en 19.170 euros. Llega.
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