RRHH Digital Trabajar más por menos, con más presión, presión de los jefes, de los proveedores, precios ajustados al máximo, esfuerzos sin recompensa…Tal y como se destaca desde Aflora, consultora especializada en ofrecer servicios de recolocación, coaching y desarrollo, las relaciones laborales y de empresa debido a la crisis están tomando la forma de hace 30 años. Se trata de un escenario crítico en el que, evidentemente, es necesario el esfuerzo y la dedicación por parte de empleados y empresas. Sin embargo, se está llegando a una situación en la que la relación empleado-empleador se ha tensado y se sitúa en niveles que, en teoría, estaban superados.
Entorno favorable igual a mayor productividad
Dentro de este contexto, y en contraposición a él, las preferencias profesionales ideales siguen siendo las mismas. Los candidatos quieren trabajar en un entorno que les permita desarrollarse, en el que se puedan equivocar para mejorar, aportar su talento, ofrecer su experiencia, etc. Empresas en las que el ambiente sea distendido y en las que no haya miedos. El motivo es muy claro: en ellas su capacidad aumenta, su creatividad se ve incrementada y, en definitiva, el empleado es más productivo.
Son muchos los estudios que avalan el hecho de que, ni bajo presión ni chantaje, se rinde tanto como en un contexto favorable. Por ese motivo, desde Aflora se destaca cómo las empresas que son “emocionalmente comprometidas”, las que desde la consultora han llamado EEC, mejoran la calidad de sus relaciones laborales y, por tanto, aumentan su productividad.
Empresas emocionalmente comprometidas
Los puntos que definirían las “empresas emocionalmente comprometidas” serían:
• Empresas con una maduración natural en las que “de verdad” sus empleados trabajasen en un ambiente agradable y que ello fuera la base para aumentar la eficiencia empresarial.
• Empresas cuyo marco general quedara establecido a un código ético, donde los valores sean compartidos por todos sus miembros.
• Empresas cuyo primer objetivo sea fidelizar a las plantillas y que entiendan que la fidelización de clientes sea un producto de lo anterior.
• Empresas donde exista comunicación individual, donde se escuche para comprender las necesidades de las personas y en las que haya un interés real por las aportaciones que hagan.
• Empresas que entiendan, que, a veces, no es posible conseguir todo lo que buscamos, es más, donde se acepte que pueda no estarse de acuerdo con los planteamientos de la dirección.
“Parece que en la era de las comunicaciones, de Internet, de las redes sociales, no queda espacio para las emociones. Sin embargo, aunque a veces parezcamos autómatas en nuestros puestos de trabajo, las emociones conforman nuestra esencia. La persona es un todo y, en aquellos casos en los que tenemos personas colaborando en nuestros equipos, hemos de entender que existirá un flujo continúo de sus emociones (de su mundo personal al profesional y viceversa)”, comenta Ángeles de la Flor, Coach y Socia Directora de Aflora, a lo que añade “cuando aprovechamos esta realidad podemos transformar nuestras empresas, convertirlas en centros realmente eficientes al obtener el máximo desarrollo personal y profesional de los trabajadores”.
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