RRHH Digital Francisca Gamero estaba obsesionada con las orejas de su hija pequeña, que se empeñaban en doblarse y despegarse cuando se quedaba dormida. Empezó poniéndole esparadrapos para mantenerlas en su sitio, pero aquella idea peregrina fue tomando forma poco a poco hasta convertirse en un producto del que han vendido ya más de 60.000 unidades en las farmacias de toda España.
«Un día fue con mi hija al pediatra y cuando vi que se me había olvidado quitarle los esparadrapos pensé ‘tierra, trágame'», relata Francisco desde Don Benito (Badajoz). Sin embargo, la especialista le aseguró que era una buena idea, que no dejara de hacerlo. «Yo había probado algunos otros productos, algunas pinzas que vendían en la farmacia, pero era todo muy aparatoso y poco efectivo».
Así que ni corta ni perezosa se lanzó a buscar una alternativa al esparadrapo casero. Gamero había mamado la iniciativa empresarial en casa, desde sus abuelos, y además de colaborar en la empresa agrícola familiar ya tenía otros antecedentes como emprendedora. «Había creado un pequeño supermercado y una empresa de distribución textil», relata, desmontando la imagen de ama de casa en paro que algunos medios han dado de ella. «Pero no me satisfacía lo que hacía».
La obsesión por las orejas de su hija («que había nacido con ellas perfectas y se le empezaron a doblar al dormir») y la vena empresarial se unieron en este caso para dar lugar a Disras, una empresa que fabrica Otostick, pequeñas prótesis de silicona para corregir la oreja, y que da trabajo a nueve personas en la localidad de Don Benito.
Gamero empezó a desarrollar un prototipo alternativo al parche casero de esparadrapo con la Universidad de Extremadura. «Los primeros moldes de plata nos los hacía un joyero», recuerda ahora sorprendida con todo lo logrado en este tiempo («la idea surgió en 2007, pero no empezamos a comercializar Otostick hasta finales de 2010»).
Otostick es una pequeña prótesis transparente y adhesiva («parece una lentilla») capaz de mantener la oreja en su posición correcta, manteniéndola pegada a la cabeza gracias a su forma eergonómica. Está fabricada a base de materiales hipoalergénicos y fue posible gracias a la colaboración de la Universidad de Alicante. Como explica su creadora, está indicada para niños a partir de tres años aunque también lo pueden emplear los adultos que no estén del todo satisfechos con sus pabellones auditivos.
«Llegar hasta aquí ha sido muy complicado», reconoce; «tuvimos que crear todo desde cero». Crear el producto, la fábrica, entrar en el mercado farmacéutico, obtener los permisos de la Agencia Española del Medicamento para ser considerados un producto sanitario… y comenzar a vender sus adhesivos para las orejas de soplillo en las farmacias sin invertir un solo euro en publicidad. «Ha sido todo gracias al boca a boca, y al impulso después de aparecer en un par de reportajes de televisión».
Todo este esfuerzo ha sido reconocido con el Premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales, con el primer premio Proyecto Neex (nueva empresa extremeña) y, más recientemente, como finalista de los premios Emprendedor XXI de La Caixa y Enisa con otras 41 empresas (cuya final se celebrará en octubre). La propia Junta de Extremadura es socio minoritario de la compañía a través de la empresa pública Extremadura Avante SL.
Pero Innovaciones Disras, la empresa creada por Gamero con las iniciales de sus hijas (Diana y Raquel), no quiere dejar de crecer. El siguiente paso de esta mujer emprendedora es la creación de un producto para las orejas de bebés a partir del primer mes de vida apoyado por un proyecto CDTI (por ahora sólo se recomienda a partir de los tres años al tratarse de piezas pequeñas que pueden ser ingeridas). Además, «estamos realizando un trabajo de campo para poder cuantificar el porcentaje de éxito».
Siguen innovando
«Es importante seguir bien las instrucciones de uso y tener en cuenta que tiene un pequeño periodo de adaptación», explica Gamero, que también aclara que Otostick no es una varita mágica, ni es eficaz en todas las orejas. «El porcentaje de éxito depende de la edad del usuario y de la morfología de cada individuo», advierte. «Yo siempre les digo a los padres que esto es un tratamiento, y que hay que tener paciencia y constancia». De hecho, en algunos ‘soplillos’ muy pronunciados la única solución para una corrección definitiva es la cirugía (denominada otoplastia); aunque como aclara Gamero, estas ‘pegatinas’ pueden ser útiles para retrasar la intervención hasta una edad recomendada por los médicos.
Auque existen distintos tipos de técnicas quirúrgicas, en la mayoría de los casos se realiza una incisión en la parte posterior de la oreja para remodelar y ‘plegar’ el cartílago para reducir la profundidad de la concha de la oreja. Generalmente no se realiza antes de los siete u ocho años, hasta lo cual el niño puede sufrir importantes traumas por las burlas de otros escolares. La intervención se realiza en una hora aproximadamente con anestesia local, pero puede provocar molestias y complicaciones posteriores.
Otostick puede llegar a durar una semana sin despegarse y el resultado estético es inmediato. Como explica su creadora, en el caso de los niños pequeños, al colocar la oreja en posición correcta mientras el cartílago se va endureciendo a medida que los pequeños crecen, la corrección del pabellón auditivo puede ser permanente (aunque los resultados no empiecen a apreciarse antes de los seis meses). Además, impide que los pequeños adquieran orejas de soplillo por una mala posición al dormir.
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