RRHH Digital. Si dicen que en todos los trabajos se ‘fuma’, también es cierto que en todos los trabajos, antes o después, hay que esforzarse. Ben Southall consiguió en 2009 acceder al mejor trabajo del mundo -cuidar de una paradisíaca isla en la gran barrera de coral australiana- y ahora que, tras tres años, ha cesado sus labores, reconoce que «probablemente trabajaba 10, 12 o 14 horas al día».
A Southall le costó encontrar el puesto que, de hecho, era parte de una campaña de márketing para aumentar el turismo en Australia. Venció con su oferta a más de 35.000 candidatos, se marchó para estar en la isla de Hamilton -en la gran barrera de coral, Queensland- seis meses por 100.000 dólares y se quedó allí tres años.
Su puesto de vigilante, para el que se exigía saber nadar y bucear, consistía en «llevar el correo, avistar ballenas, dar de comer a los peces y escribir un blog semanal», reconoce en una entrevista a la BBC. Todo ello desde una casa en la playa con tres dormitorios, piscina y un carrito de golf para poder recorrer la isla.
«Para mí fue el mejor trabajo del mundo, pero también uno de los que me ha supuesto más esfuerzo», explica. «Pasar seis meses de viaje por la gran barrera de coral fue fantástico, pero todos los días tenía que escribir sobre ello y hablar con la prensa», agrega Southall, quien asegura que con el paso del tiempo su trabajo se mediatizó enormemente.
Aunque había mucho que hacer, el hombre con el mejor trabajo del mundo no se amilanó: «No soy el tipo de persona que se queda sentada, me gusta estar activo. Trabajaba 10, 12 o 14 horas al día, pero lo disfrutaba». Tres años en la isla de Hamilton que, además, han cambiado la vida personal de Southall, ya que llegó allí con una novia canadiense y regresa con una prometida… australiana.
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