RRHH Digital. El Banco de España señala que si la estructura productiva española, concentrada en sectores de actividades manuales, convergiera con la de la zona euro, más intensiva en trabajo cualificado, «la empleabilidad de los parados menos cualificados sería más reducida».
Así lo indica en su último Boletín Económico, en el que trata de evaluar las dificultades a las que se enfrentarán en un futuro los desempleados para recolocarse en función de los desajustes entre sus habilidades y las demandadas por las empresas.
Hasta ahora, a pesar del «fuerte proceso de reasignación sectorial del empleo» que ha tenido lugar en España con la crisis, en relación con otros países europeos se mantiene una «elevada» correspondencia entre las últimas ocupaciones desempeñadas por los parados en sus últimos empleos y las de los ocupados actuales.
Si bien, esa correspondencia se concentra en empleos poco cualificados, que alcanzan más del 13% del empleo total, mientras que los desempleados que encajan con estos perfiles alcanza casi el 30%.
Por ello, el Banco de España señala que «en la medida en que este tipo de habilidades sean estables en el tiempo, la especialización productiva de la economía española facilitaría la empleabilidad de los parados».
Sin embargo, uno de los retos económicos de España en los próximos años pasa por alcanzar mayor productividad y competitividad respecto a los socios europeos.
En este punto, la institución gobernada por Luis Linde avisa de que «si la demanda de trabajo futura tendiera hacia una estructura más sesgada hacia habilidades cognitivas y no manuales, como sucede en otros países europeos, la empleabilidad de los parados menos cualificados sería más reducida».
LA IMPORTANCIA DE LAS POLÍTICAS ACTIVAS DE EMPLEO
Por ello, el Banco de España insiste en la «importancia» de las políticas activas y pasivas de empleo a la hora de conseguir que los desempleados mejoren o, al menos mantengan, las habilidades necesarias para cubrir los puestos de trabajo que vayan quedando vacantes.
En este sentido, propone que los servicios públicos de empleo, junto a las agencias privadas de colocación, conozcan las necesidades reales de las empresas para cubrir esas vacantes, y apuesta por que el sistema de formación profesional satisfaga «de forma flexible» la cualificación que requieren las empresas.
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