RRHH Digital. Tener trabajo, hoy en día, es un lujo. De eso, no cabe duda. Son muchos los directivos que día a día, les recuerdan a sus empleados lo difícil que está el mercado y la suerte que tienen de disponer de un puesto de empleo y, de que, al menos, no se les baje el sueldo. Este “chantaje emocional” puede llevar a que muchos de aquellos empleados que son pilares en la productividad en la empresa se transformen en lo que se ha venido a llamar “el empleado zombie”. Es decir, aquel empleado que está presente en su puesto de trabajo pero ausente emocionalmente.
Según destaca Ángeles de la Flor, Coach y Socia Directora de Aflora, “tener un empleado zombie puede acarrear graves problemas a corto y medio plazo, pues, su motivación y productividad se verá seriamente mermada”. Este tipo de empleados no se siente realizado profesionalmente ni valorado en la empresa, por lo que, pronto, disminuirá su atención en su labor, lo que provocará serios daños en sus resultados.
Lo principal, según apunta de la Flor, es cambiar el discurso, “el mensaje de que hay muchas personas sin trabajo y que simplemente tienes que estar motivado por tenerlo, no tiene un efecto positivo, tal y como se piensa, sino todo lo contrario. El empleado puede llegar a considerar que no proporciona valor a la empresa sino que es sólo la empresa la que da al empleado valor” señala de la Flor, a lo que añade “esto trae consigo graves prejuicios para la empresa, pues dispone de un empleado que, aunque presente físicamente, tiene sus miras y objetivos en otro lugar”.
El segundo paso sería detectar al empleado “zombie”. “Pueden no destacar por una actitud anómala a primera vista, pero en el fondo, su merma de compromiso y creatividad se trasluce”, comenta de la Flor. Para detectarlo lo ideal es analizar su actitud, considerar si hay algo que haya cambiado en el desempeño de su trabajo en un pasado cercano y acercarse a él, y, sobretodo escuchar sus necesidades. Una vez detectado, es momento de pasar a la acción y establecer un modelo de intervención “lidercoach” que consiga generar compromiso e identificación con los objetivos de la empresa. “En estos casos en primordial crear nuevos métodos que incidan en el conocimiento de las motivaciones y aptitudes del trabajador”. Se trata, tal y como apunta la coach Ángeles de la Flor, de poner en marcha programas de coaching que fomenten el desarrollo profesional.
1 comentario en «La crisis transforma a los mejores empleados en zombies»
Todo esto está muy bien pero es teoría, igual que el coaching, cursos paralelos y mil historias para aumentar la autoestima de los empleados sin cargo o apenas cargo. En mi experiencia como trabajador en RRHH no como director ni jefe, he descubierto que de los 8 trabajos que llevo, nunca se aplica la motivación del trabajador. El director de RRHH suele querer a personas que digan SI BUANA, y nada más. Incluso el equipo quiere personal muy preparado para luego solo utilizar un 10 % de su potencial, el resto lo quiere para que adivine sus pensamientos, realice buenos trabajos para colocarse ellos la medalla, y les sirvan café que tiene que adivinar como lo toma el Sr o Sra de turno.
Eso si hay suerte, porque lo normal es dar con verdaderos catetos puestos a dedo por la dirección que son amigos de alguien y colocan al tuercebotas de turno de director. Entonces estos se dedican en vez a sacar sus asuntos a atizar al personal por cualquier causa, desde contar las latas de cocacola y llamar la atención porque faltan, o los vasos, o simplemente para darse mayor ego a la hora de recoger se les ocurre empezar a enviar trabajos a los empleados, que por cierto llevan desde la 8 AM y los apoltronados directores se suelen presentar sobre 9,30 eso si no tienen que hacer cosas importantes.
Viva el COACHING como forma de explotar al trabajador y que pierda dinero y tiempo.
Así que recomiendo que estos cursos estén obligados en los directivos, como saber idiomas perfectamente, que por cierto he visto algunos de ellos que corrigen a personas incluso nacidas en Londres, que digo yo que algo sabrán. El caso para ser un buen director es estar por encima, de quien sea. Ea.
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