RRHH Digital. Más de la mitad de las grandes empresas está a favor de agrupar los festivos en el calendario laboral para evitar ‘semanas vacías’ o con un bajo índice de actividad, como viene siendo habitual en el mes de diciembre con motivo de las festividades de la Constitución y de la Inmaculada, según el estudio Company Days realizado por la escuela de negocios ESCP Europe.
El informe de ESCP Europe -elaborado entre directivos de RR.HH. de las principales multinacionales localizadas en nuestro país- pone de manifiesto la inquietud de las empresas por el descenso de la productividad, especialmente, en las épocas del año en las que coinciden varias festividades dando lugar a puentes e incluso “acueductos” como el de los primeros días de diciembre.
Sin embargo, al contrario de lo que pudiera pensarse, las grandes empresas no se muestran partidarias de reducir el número de festividades en el calendario laboral, sino de diseñar una mejor organización que no provoque parones de actividad o bajones de rendimiento, proyectando una imagen exterior de España un tanto negativa o de país take it easy.
De este modo, consideran que ahora que la crisis está obligando a empresarios y empleados a apretarse el cinturón y hacer sacrificios por ambas partes, es el mejor momento para reestructurar el calendario laboral e incluir modificaciones con vistas al próximo ejercicio, garantizando el pleno rendimiento de las empresas con independencia de la época del año en la que nos encontremos.
Aunque no todos opinan así, de hecho más del 40% consideran que el calendario español está bien tal como está y no es necesario cambiarlo, sino realizar un mejor reparto del trabajo, vinculándolo no tanto a las horas trabajadas sino a la productividad y a los resultados.
De hecho, el estudio de ESCP Europe revela que la coyuntura actual ha llevado a muchas empresas a plantearse la posibilidad de vincular el sueldo de sus empleados a la productividad, hasta el punto de que el 70% de las compañías estaría de acuerdo en poner en marcha esta medida, siempre y cuando el salario base garantice un mínimo que permita al profesional vivir en época de vacas flacas.
Sólo el 8% de las compañías no ve con buenos ojos esta medida por considerar que generaría tensión y mal ambiente entre los empleados, repercutiendo de forma negativa en el rendimiento de los trabajadores y, por tanto, en la cuenta de resultados final de la empresa.
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