Recursos Humanos Digital. A unos días de unas elecciones generales en España estamos viendo a los políticos sometidos a la presión de los resultados. A menudo, se tiende a pensar quiénes forman los miembros de los equipos que rodean a dichos líderes: comunicadores, sociólogos, expertos en imagen, compañeros, etc. Pero en fechas de tanta presión ¿quién acompaña al líder para que sea capaz de sacar lo mejor de si mismo?
A esta pregunta y según a quien se pregunte puede ir dando diferentes respuestas pero lo cierto es que cada más los líderes políticos se hacen acompañar de un coach. ¿Por qué? Porque el coach trabaja tres líneas principales que no cubre ninguno de sus asesores.
El coach no le va aconsejar, no es un asesor. El coach va a bucear con él en función de sus necesidades y de las respuestas que el político tenga que encontrar.
El político necesita reflexionar acerca de su relación con los ciudadanos, los que lo votan y los que no lo votan. Esta sería la primera línea.
La segunda es su relación con el partido y gestionar las expectativas que intenta satisfacer y que muchas veces entran en contradicción con promesas generadas o con sus valores más intimos.
Por último y no menos importante, ”necesita dedicar un tiempo a cómo sostiene un espacio imprescindible para pensarse a sí mismo, para no desconectarse de su visión, de los valores que lo impulsaron a dedicarse a la política. Requiere disponer de esos escasos espacios protegidos y preservados donde encontrarse con alguien con un pensamiento independiente que no es un votante al que afiliar, ni un adulador, ni un opositor. Encontrarse con un coach que es más bien un espejo confiable en quien mirarse, un “Pepe Grillo” confiable con quien dialogar”, señala Luis Carchak, presidente de ICF España.
En estas sesiones, el coach acompaña al político a reflexionar, le incita preguntas para que pueda ir descubriendo sus niveles de armonía así como la confluencia entre los intereses convergentes de los tres aspectos mencionados.
El coach político debe ser un especialista acreditado y formado en coaching, con años de experiencia y cómo requisito especial debe conocer cómo se estructura la política, sus tiempos, cómo funcionan los partidos, las complejidades del sistema, la proyección pública, el valor y la importancia de la imagen, afirma el presidente de ICF España.
Sin embargo, el coaching político no difiere sustancialmente del coaching ejecutivo ya que la materia prima es la misma. Por tanto, no se puede entender como una disciplina sino como una especialidad del coaching.
Los políticos son ellos generalmente los que toman la iniciativa y deciden contratar los servicios de estos profesionales. Es menos frecuente, a diferencia de las empresas, que sea el partido el que los contrate, dice Carchak. Igualmente, la relación que se establece en este proceso de transformación es muy intensa y enriquecedora y productiva.
Luis Carchak reafirma la importancia que sea un coach acreditado por ICF ya que el Código Ético y Deontológico es muy estricto y claro al respecto. Por este motivo, “el que esté acreditado por la Federación Internacional de Coaching genera tranquilidad y confianza al político que utiliza sus servicios profesionales”.
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