Recursos Humanos Digital. Se llama Manuela Marrone, era maestra y con 39 años decidió jubilarse. Desde aquel lejano día de 1992, y han pasado 19 años desde entonces, cobra una pensión de jubilación de las arcas del Estado italiano. Con el detalle de que Manuela Marrone es la esposa de Umberto Bossi, el líder de la Liga del Norte que con tan encendido fervor se opone a una reforma en profundidad del sistema de pensiones del país.
Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de los Diputados y líder del partido Futuro y Libertad, tuvo el lunes por la noche la osadía de citar el ejemplo de Manuela Marrone en un programa de televisión al hablar de los ‘baby-jubilados’, como se conoce en Italia a aquéllos que se retiran del trabajo para cobrar una pensión siendo aún jóvenes y estando en edad de ganarse el pan.
Un comentario que, evidentemente, no ha gustado nada a los miembros de la Liga del Norte, el partido que lidera Bossi. La prueba es que esta mañana, varios diputados de la Liga del Norte la han emprendido a gritos y a insultos contra Gianfranco Fini. Hasta el punto de obligar a suspender durante algunos minutos la sesión.
Todo comenzó con una intervención de Marco Reguzzoni, el portavoz de la Liga del Norte en la Cámara de los Diputados, quien tomó la palabra para quejarse de que Fini hiciera referencia a la esposa de Bossi. «Es inoportuno que el presidente de la Cámara de los Diputados haga política y participe en transmisiones de televisión», se quejaba. «No toleraremos violencias e injusticias», hacía saber a grandes voces. «Dimisión, dimisión», comenzaron a gritar los miembros del partido de Bossi pidiendo la cabeza de Fini como presidente de la Cámara de los Diputados.
Por su parte Fini, ex aliado político de Berlusconi hasta que en julio del año pasado decidió romper con él, ha permanecido bastante impasible y se ha limitado a señalar que el Parlamento no era la sede en la que podía dar una respuesta a esas acusaciones políticas, señalando que, si lo hiciera, sí que podría ser acusado de partidismo.
Pero los insultos, los gritos y las recriminaciones habían alcanzado tal nivel que sólo la intervención de los empleados ha evitado la pelea. Mientras que Fabio Granata, de los bancos del Grupo de Futuro y Libertad, gritaba en contra de los miembros de la Liga Norte, su compañero Claudio Barbaro se levantaba, se dirigía a los bancos de la Liga y estuvo a punto de levantar las manos y agarró del cuello a Fabio Raineri.
En ese momento le fue bien a Rosy Bindi, en calidad de vicepresidenta de la Cámara de los Diputados, suspender la sesión. Y pedir perdón a algunos chavales que asistían desde la tribuna de invitados al debate parlamentario. «Perdón por el espectáculo tan poco edificante al que habéis asistido».
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