RRHH Digital. La concesión del premio Nobel de la Paz 2011 a la presidenta liberiana, Ellen Johnson-Sirleaf, a la activista liberiana Leymah Gbowee y a la activista yemení Tawakkul Karman, anunciada este viernes por el Comité Noruego, ha elevado a quince el número de mujeres galardonadas con este premio, una cifra muy inferior si se compara con los 88 varones (aparte de 22 organismos e instituciones) que han obtenido esta distinción desde su creación, en 1901.
La primera mujer que obtuvo el premio, en 1905, fue la baronesa autrohúngara Bertha von Suttner, presidenta de honor de la Oficina Internacional por la Paz, una de las personas que habían contribuido personalmente a la creación del Nobel de la Paz y autora de la novela ‘Lay Down Your Arms’.
Fue necesario esperar hasta 1931 para que otra mujer ganara el premio, la socióloga y filósofa estadounidense Jane Addams, presidenta de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), y otros quince, hasta 1946, para que lo recibiera la profesora de Historia y Sociología y escritora norteamericana Emily Greene Balch, presidenta honoraria también de la WILPF.
Tras un vacío de treinta años, en 1976 fueron premiadas las británicas Betty Williams y Mairead Corrigan, fundadoras del Movimiento de Paz de Irlanda del Norte, posteriormente rebautizado como Comunidad de Personas por la Paz. Tres años más tarde, la Madre Teresa de Calcuta, albanesa de nacimiento e india de nacionalidad, fue premiada por su labor con las Misioneras de la Caridad. En 1982, la socióloga y política sueca Alva Myrdal obtuvo el premio, compartido con el mexicano Alfonso García Robles, «por su magnífico trabajo en las negociaciones de desarme de Naciones Unidas».
En 1991, el honor correspondió a la histórica disidente birmana Aung San Suu Kyi «por su lucha no violenta por la democracia y los Derechos Humanos», una lucha que le ha costado pasar años enteros bajo arresto domiciliario y que la ha convertido en una figura de referencia para la resistencia pacífica en su país y en otros países.
En 1992, en plena celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, la indígena guatemalteca de la etnia quiché Rigoberta Menchú Tum fue premiada con el Nobel de la Paz por «su trabajo en favor de la justicia social y de la reconciliación étnica y cultural basada en el respeto de los derechos de los indígenas». Su padre, el campesino Vicente Menchú, había muerto en 1980 a manos de los militares guatemaltecos durante la toma de la Embajada española.
Cinco años más tarde, el premio recayó en la estadounidense Jody Williams, conjuntamente con la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas Antipersona (de la que era miembro activo). En 2003, el Comité noruego premió a la activista iraní Shirin Ebadi «por sus esfuerzos por la democracia y los Derechos Humanos» y, especialmente, por su lucha en favor de los derechos de las mujeres y los niños de su país.
Al año siguiente, el galardón fue concedido a Wangari Muta Maathai, activista ecologista, parlamentaria y ministra de Medio Ambiente keniana. Se da la circunstancia de que Wangari Maathai, fallecida el pasado 25 de septiembre, había sido la primera mujer africana en recibir el premio y la última mujer galardonada hasta este viernes, justamente cuando el Nobel de la Paz ha vuelto a recaer en otras dos mujeres africanas.
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