Recursos Humanos Digital. Los directores de los centros educativos de Andalucía diseñarán planes de formación de carácter obligatorio para el profesorado que atenderán, exclusivamente, a las necesidades de su colegio o instituto, con la intención de «ayudar» a los docentes a mejorar en aquellas áreas en las que se sienten menos preparados, como pueden ser en el manejo de las nuevas tecnologías en el aula o en idiomas.
Estos planes formativos, ya contemplados en los nuevos Reglamentos de Organización de Centros (ROC) que entraron en vigor el pasado curso, deberán ser aprobados previamente por el Claustro y el Consejo Escolar de cada centro. Esta será una de las novedades principales del nuevo decreto de Formación Permanente del Profesorado que Educación pondrá en marcha a partir del próximo mes de septiembre y que, según ha destacado el consejero de Educación, Francisco Álvarez de la Chica, en una entrevista con Europa Press, tiene toda su razón de ser en la «creciente autonomía de los centros educativos y en que sean ellos mismos los que establezcan sus necesidades y planes de formación».
«Es decir, que si un centro se da cuenta de que un número elevado de sus profesores no está experimentado, por ejemplo, en nuevas tecnologías, pues que puedan plantear un plan de formación que incida más en eso; o que si detecta que tiene unos niveles por debajo de la media en la enseñanza de la lecto-escritura, pues que tengan que insistir más en ese tipo de formación», ha explicado el consejero.
Estos planes de formación, elaborados por el equipo directivo, serán de obligado cumplimiento para los docentes de los centros públicos de Andalucía, tal y como se establece en los ROC; concretamente, en el capítulo de ‘Funciones y Deberes’ del profesorado, entre cuyos aspectos a cumplir se encuentra el de la «participación en las actividades formativas programadas por los centros como consecuencia de los resultados de la autoevaluación o de las evaluaciones internas o externas que se realicen».
Así pues, la máxima novedad de este decreto reside, según recalca el consejero, no en el carácter obligatorio de estos planes, «porque los profesores ya tienen la obligación de formarse para cobrar, por ejemplo, los sexenios», sino en que «serán los propios centros, dentro de su autonomía, los que decidan» en qué deben mejorar sus profesores.
Álvarez de la Chica ha explicado que esta medida servirá para «ayudar» y «darle más herramientas» a los docentes, algo que siempre ha demandado el colectivo, sobre todo desde la implantación de la Escuela Tic 2.0 y la llegada de los ordenadores portátiles, hace ya dos cursos, a 5º y 6º de Primaria. El consejero ha afirmado que es consciente de la situación, pues «enseñar con ordenadores no es enseñar como siempre, sino como nunca, y eso requiere de una modificación de las maneras de enseñar. Por eso tenemos que ayudar mucho a los profesores, porque creo que no es justo exigirles que todos los cambios los conozcan de manera inmediata».
Por ello insiste en que la Consejería de Educación «seguirá insistiendo mucho en ayudar a los profesores a prepararse y a ver las nuevas tecnologías como una oportunidad», tanto para progresar al ritmo de la sociedad actual como para ofrecer a los alumnos métodos de conocimiento «más motivadores y más aproximados a la capacidad de evolución de cada niño, ya que permiten, por ejemplo, que cada alumno pueda avanzar a una velocidad distinta sin poner limitaciones a la capacidad de progreso individual».
«Ahí es donde tenemos que incidir; por lo tanto, tenemos que seguir formando a los profesores y seguir fabricando materiales para enseñar y aprender que sean atractivos, novedosos y que salgamos, a veces, de esos elementos tan rutinarios en que se han convertido algunos elementos educativos», ha argumentado.
Sin embargo, el consejero advierte de que todas estas acciones formativas del profesorado no servirían de mucho si las plantillas de profesorado de los centros andaluces no fueran medianamente estables. En esta línea, Álvarez de la Chica ha celebrado que en este curso 2011-2012 la estabilidad docente sea, tal y como comprometió, «de un 80 por ciento», porque eso permite «mayor fidelidad» de los profesores con el proyecto educativo del centro a medio y largo plazo y también una «mayor implicación» de las familias, que no tienen «ese desasosiego de llevar a su hijo al colegio y encontrarse con que, con tres años, tienen a un profesor, y al año siguiente otro, y al otro, otro».
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