RRHH Digital. El trabajo se convierte en el modo más eficaz por el que las mujeres pueden romper y salir del círculo de la violencia de género, ya que a través de su integración laboral logran organizar sus vidas, sentirse autosuficientes y autónomas, y capaces de afrontar nuevos retos y proyectos personales. Esta es la principal conclusión que se extrae del estudio “¿Ayuda el trabajo a romper el círculo de la violencia de género?”, elaborado por Fundación Integra.
A través de este informe, se demuestra que el trabajo aporta a las este mujeres independencia económica, social, psíquica y emocional. Les permite salir del hogar, romper con el pasado, fomentar las relaciones personales, y les proporciona autoestima y seguridad en sí mismas.
Para realizar este estudio, se ha entrevistado a catorce mujeres de una media de edad de 44 años, todas ellas con hijos y de las cuales, el 79% no pertenecía ni participaba en ningún grupo social. Son mujeres de distintas edades, nacionalidad, nivel socioeducativo y socioeconómico, residentes de la Comunidad de Madrid y que han pasado por procesos de inserción sociolaboral a través de Fundación Integra entre los años 2002 y 2009. El informe muestra que la violencia de género es independiente del nivel académico, ya que el 65% de ellas posee estudios de Formación Profesional Bachiller y un 7% estudios universitarios, mientras que el 28% tiene estudios de Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
Algunas conclusiones
Todas las mujeres entrevistadas coinciden en haber sido sometidas a violencia psicológica. Además, el 86% afirma haber sufrido violencia física, el 50% violencia sexual y un 43% ha sido víctima de violencia económica. Estas cifras vienen a constatar la opinión de los expertos, quienes señalan que la violencia se da en escaladas de agresividad que va de un mínimo a un máximo, donde la mujer es finalmente víctima de todos los tipos de violencia. Por su parte, las mujeres consideran que la violencia psicológica es la que más les ha dañado, pues deteriora su integridad y mina su autoestima, el amor propio y la seguridad personal.
La duración de esta violencia varía. Así, la mayoría de las mujeres aseguran haberla padecido un tiempo prolongado de sus vidas. El 37% afirma haberla sufrido entre 21 y 35 años; en el 28% de los casos, la violencia tuvo lugar entre 11 y 20 años; otro 28% soportó situación de violencia entre 1 y 10 años y sólo el 7% de las mujeres manifiestan haber sido maltratadas menos de un año. Estas cifras constatan la enorme dificultad por parte de las mujeres para romper el círculo de la violencia, que, en su mayoría, se extiende durante muchos años de su vida. De ellas, un 86% denunciaron su situación, mientras que un 14% no lo hicieron.
Las situaciones que vive este colectivo dan origen a importantes secuelas como la baja autoestima, la inseguridad, la depresión, la pérdida de interés por modificar su vida, la exclusión social, o la relación precaria con el mercado laboral. Un dato que aporta este estudio es que, cuando las mujeres trabajan fuera del hogar adquieren mayor protagonismo en la aportación de ingresos, pudiendo aumentar el riesgo de ser víctimas de diferentes tipos de violencia.
De este trabajo también se desprende que las relaciones que establecen estas mujeres con el mercado laboral de forma autónoma se caracterizan por la precariedad, situándolas en riesgo de vulnerabilidad social, limitando sus posibilidades de promoción y estabilidad laboral. Por lo que, en este sentido es importante la intervención de las entidades que realizan intermediación laboral con este colectivo, ya que permiten que estas mujeres accedan a trabajos normalizados y logren su permanencia en ellos favoreciendo su inclusión social. Igualmente, estas mujeres necesitan pasar por un itinerario de inserción personalizado para lograr mantenerse en un trabajo estable, es decir, necesitan sentirse acompañadas.
Un 80% de las mujeres entrevistadas han logrado salir de esta situación, mientras que el otro 20% no lo ha logrado debido a la violencia psicológica que sigue ejerciendo su ex – cónyuge a través de los hijos. Aquellas que han logrado integrarse en la sociedad laboralmente afirman sentirse más felices, más plenas y libres. El estudio apunta que las capacidades que han desarrollado estas mujeres al enfrentarse a su realidad y salvar gran número de obstáculos para romper el círculo de la violencia que han sufrido, se han convertido en fortalezas al insertarse en el mercado laboral.
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