RRHH Digital. La etiqueta “Made in China” se extiende por el mundo como un virus y parece que no hay remedio que frene su presencia. Un fenómeno, que tal y como está comprobando en su trabajo diario AsiaInspection, la empresa especializada en el Control de Calidad y a los Servicios de Inspección, Auditoría y Test de Laboratorio para importadores va a dar un nuevo giro a la tuerca del comercio y el consumo internacional: A mayor producción, menor coste para los importadores y por lo tanto mayor demanda.
Así las cosas, los dueños de las fábricas chinas – amparados por el interés de su propio Gobierno- y conscientes de haber descubierto la gallina de los huevos de oro en la que ellos mismos se han convertido-, quieren ganar más y para ello no dudan en tener operativas las 24 horas sus empresas o en subcontratar a terceros los servicios con el fin de aumentar la producción. De esta manera logran una fórmula perfecta: A mayor número de artículos realizados se provoca una caída en su precio de coste y por lo tanto se anima a los importadores a encargar más cantidad. “La práctica de esta economía a escala no pude tener mejor resultado para la economía China”, comenta Alex Makow, Director General para España y Portugal de AsiaInspection. “Un negocio redondo tanto para los fabricantes como para los importadores y que explica cifras como que China sea la segunda economía del mundo y que los importadores extranjeros acudan a este punto del planeta a encargar sus artículos e incluso a tener sus propias fábricas”, añade.
El que avisa no es traidor
Un fenómeno al que AsiaInspection le añade estadísticas como las del Banco Mundial. “Organismos como éste ya estaban señalando desde hace unos meses que esta tendencia crecerá hasta límites impensables. Sólo, y por poner un ejemplo, valga el del sector textil (que mueve US$350 mil millones anuales y que cuenta con más de 6 mil millones de habitantes a los que vestir), la etiqueta «Made in China» colgará de la mitad de las prendas que se vendan en los mercados mundiales hasta finales de este año. Es decir, la mitad de lo que se produzca en todo el planeta vendrá de allí”, añade Alex Makow, Director General para España y Portugal de AsiaInspection.
Es más, si hasta hace relativamente poco tiempo la cantidad era la gran obsesión de estos empresarios, la calidad comienza a tenerse muy en cuenta. “Conscientes del mercado que quieren conquistar, los empresarios chinos producen a menor coste pero con mayor calidad. De esta manera saben que pueden aumentar la cuota de mercado”.Y ayudas para conseguir este objetivo no les van a faltar. “Por un lado China cuenta con una población en edad laboral de 977 millones de personas – que se estima llegue en 2015 a 993 millones- a la que paga sueldos muy bajos por largas jornadas de trabajo-, y por otro lado, es un país que ha sabido transformarse al capitalismo en estado más puro y ha logrado que sus exportaciones sean la envidia de competidores como Vietnam, India o Latinoamérica”, finaliza Makow.
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