RRHH Digital. El Laboratorio Subterráneo de Canfranc, referencia en España para la investigación en física de astropartículas y segundo mayor centro de estas características en Europa, reabre sus puertas el miércoles 30 de junio tras casi tres años de parón en los que se han realizado obras de mejora de sus instalaciones. Comienza ahora un periodo de funcionamiento en el que los científicos intentarán desentrañar algunas de las incógnitas fundamentales de la física moderna, como son la detección de materia oscura, partículas “invisibles” que componen el 24% de la materia del Universo que conocemos, o la caracterización de una rara propiedad del neutrino que explicaría la prevalencia de la materia sobre la antimateria, es decir, la existencia del Universo tal y como lo vemos, incluida la presencia de vida.
El Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC), considerado por el Ministerio de Ciencia e Innovación como ‘Instalación Científico-Tecnológica Singular’ y gestionado por un consorcio formado por el propio Ministerio, el Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza, está situado a 850 metros de profundidad en la montaña de Tobazo (Huesca, Aragón). Su origen se remonta a los años ochenta del pasado siglo, cuando el grupo de Física Nuclear y Altas Energías de la Universidad de Zaragoza, liderado por el profesor Ángel Morales, aprovechó el túnel de un ferrocarril en desuso desde hacía varios años para instalar sus experimentos y aprovechar así el “filtro” natural que supone la montaña para la radiación de fondo, una especie de “ruido” que dificulta la detección de los fenómenos naturales que se pretenden estudiar.
El LSC, actualmente dirigido por el científico Alessandro Bettini, forma parte de las Instalaciones Subterráneas Europeas y sólo es superado en tamaño por el laboratorio de Gran Sasso (Italia). En él se desarrollarán experimentos propuestos por grupos de investigación nacionales e internacionales que han superado la revisión de un comité asesor. Para Bettini, algunos de estos experimentos se sitúan en la “frontera del conocimiento”, en campos donde compiten los científicos y laboratorios más prestigiosos del mundo. Una de estas áreas es la detección de la llamada “materia oscura”, un tipo de partículas que no emiten luz (de ahí lo de “oscura”) pero cuya presencia corroboran las observaciones astronómicas y que, según las estimaciones, conformaría alrededor del 24% de la masa del Universo. Su presencia es fundamental para la formación de estructuras y la evolución de las galaxias.
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