RRHH Digital. Hace unos años y, no muchos, era impensable que en España las empresas optasen por solicitar servicios de outplacement. Esta técnica, surgida tras la Segunda Guerra Mundial en EEUU ante la necesidad de recolocar el excedente de soldados, comienza a despegar en España en el año 2000. Por este motivo, todavía existe un desconocimiento de las ventajas y el proceso en que consiste un programa de outplacement. Sin embargo, la crisis económica ha popularizado este término ya que las empresas se ven inmersas en arduos procesos de despidos y requieren el asesoramiento de expertos que ayuden, tanto a la empresa como al ex empleado, a superar este doloroso trámite.
Una nueva disciplina que ofrece aún más ventajas y que disminuye el tiempo de búsqueda de empleo por parte del candidato es el llamado Coachplacement. El Coachplacement surge de la unión del coaching con el outplacement, “Es un tipo de servicio que estamos ofreciendo actualmente con unos excelentes resultados”, comenta Ángeles de la Flor, Directora General de Atesora, consultora especializada en outplacement, liderazgo, coaching y diagnóstico, y añade “al combinar las dos disciplinas el tiempo de búsqueda se disminuye de manera significativa”.
Los programas de outplacement ayudan a recolocar al empleado, reduciendo su tiempo de búsqueda de empleo. Sin embargo sigue existiendo mucho desconocimiento respecto al alcance del servicio, “muchas empresas creen que el programa únicamente consiste en ayudar al candidato a hacer un buen CV o entrenarle en la técnica de entrevistas”, cuando la realidad es bien distinta. Es una ayuda mucho más amplia. Los consultores de outplacement, por un lado, “entrenan en el despido” a los responsables de las empresas, para que el proceso sea impecable. El desvincular a una persona es un proceso en el que conviene estar preparado y no sólo llevar los papeles del finiquito. La persona encargada del despido debe tener el mensaje muy interiorizado y tiene que saber de gestión emocional. De esa manera, se conseguirá que el trámite no sea tan doloroso y que ambas partes salgan beneficiadas. “Lo cierto es, que nuestro principal trabajo lo realizamos con el candidato. Le acompañamos durante su proceso de búsqueda. Es importante que vuelva a confiar en sí mismo, en sus posibilidades profesionales y en sus conocimientos, que entienda, que el mundo no se acaba con el despido”, afirma Ángeles de la Flor.
Asimismo, gracias al coaching la persona despedida podrá verse reforzada emocionalmente, rompiendo con creencias limitantes y planificando cuál es el camino más conveniente para su carrera profesional. “Es importante que el candidato gestione adecuadamente su emocionalidad”, añade de la Flor. Muchas veces se tiende a hacer algo de lo que luego uno se puede arrepentir, como, por ejemplo, hablar mal de tu ex jefe o criticar a la empresa con alguien a quien consideras “un amigo” y no caes en que también es “un contacto”, un leve matiz pero que puede ser crucial. A partir de ahí, el coach se encarga de ayudar a que la persona no caiga en la desconfianza y pueda descubrir el camino profesional que es más válido para él. Pese a que el periodo de recolocación se ha incrementado en 1,3 puntos, la unión de las dos disciplinas hace que las posibilidades de encontrar un nuevo empleo aumenten sustancialmente.
En definitiva, el coachplacement ayuda a las empresas a tratar con sumo cuidado el proceso del despido, garantizar que su ex-empleado sea acompañado por un equipo de profesionales (coach + consultor senior de carreras + equipo de prospección de mercado) que van a ayudarle, no sólo a minimizar el impacto que el propio despido puede generar sino a aportarle la luz necesaria para que no se considere “un despedido” sino un “activo importante para las empresas en vías de recolocación”. En definitiva a que llegue a considerar su despido no como un punto final, sino como un punto y seguido en su carrera.
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