RRHH Digital. Si la principal conclusión de la Cumbre extraordinaria, del pasado mes de febrero fue una declaración genérica de apoyo a Grecia, frente a la crisis de sus finanzas públicas, que tapaba profundas divergencias entre los Estados miembros, y que por lo tanto no tenía ninguna viabilidad práctica, las conclusiones de la Cumbre de Primavera del Consejo europeo son también decepcionantes
En lo que se refiere al apoyo a Grecia, la Declaración de los Jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo, reunidos el día 25, además de renunciar a un plan estrictamente europeo por su apelación a la financiación del Fondo Monetario Internacional (FMI), contiene importantes ambigüedades y, además, dictamina que la ayuda financiera bilateral de los demás Estados miembros deberá aprobarse por unanimidad cuando el Estado griego no pueda financiarse en los mercados de deuda pública.
Con ello, además de establecer el derecho de veto de cualquier país ante una petición del Gobierno griego, olvida el hecho fundamental de que el problema no es que Grecia no pueda colocar los títulos de su deuda pública en los mercados de la deuda, controlados por los especuladores, sino que debe pagar unos intereses elevadísimos -6,3% en su última emisión- que hacen insostenible en el futuro cualquier política presupuestaria, máxime con las durísimas restricciones que su Gobierno se ha visto obligado a introducir. Particularmente preocupantes son los siguientes párrafos de la Declaración: “Este mecanismo, que completará la financiación del FMI, debe considerarse el último argumento, lo que significa en particular que la financiación del mercado es insuficiente… No se tratará de tipos de interés de carácter favorable, es decir, no tendrán ningún elemento de subvención”.
Las concesiones del Gobierno alemán son más aparentes que reales puesto que tampoco podía permitir que no hubiera ningún tipo de compromiso, lo que habría desatado tensiones muy fuertes en los mercados financieros y bursátiles. Se puede decir que el contenido de la Declaración, que no contiene un plan preciso de rescate de las finanzas griegas, recoge en la mayor medida las posiciones del Gobierno alemán, que reflejan la actitud menos europeísta y más propensa al nacionalismo económico que ha tenido en toda la Historia de la UE.
La Cumbre de Primavera ha sido también decepcionante porque no ha acordado ninguna medida que ayude a la recuperación de la economía y del empleo. Las propuestas de la CES sobre un programa europeo de inversiones y de apoyo al empleo juvenil han sido totalmente ignoradas.
Igualmente preocupante es que sobre la regulación del sistema financiero sólo se vuelva a repetir lo que hay que hacer, sin adoptar ninguna medida concreta, cuando pocos días antes el ECOFIN había eliminado de su orden del día el debate sobre el proyecto de Directiva sobre regulación de los fondos de inversión de alto riesgo (hedge funds). El único dato algo positivo en este apartado es que se anuncia que la Comisión Europea presentará próximamente un informe sobre fuentes de financiación innovadoras que incluirá el establecimiento de una tasa mundial sobre las transacciones financieras. Pero se trata sólo de un informe y parece que la decisión se dejará en manos del G20.
Por último, también vuelve a ser decepcionante el tratamiento que el Consejo dio a la Estrategia 2020. El documento que la Comisión Europea presentó para su debate y, en su caso aprobación, ya era desde el punto de vista sindical claramente insuficiente, sobre todo porque limitaba el pilar social de la Estrategia a la lucha contra el fracaso escolar y la reducción de la pobreza, objetivos muy importantes pero que no pueden ser los únicos en ese campo. Pues bien, lo que ha hecho el Consejo es, precisamente, cuestionar los indicadores concretos de estos dos objetivos que eran reducir la pobreza en un 25% y la tasa de fracaso escolar en la enseñanza obligatoria hasta el 10%. El problema no ha sido que no se aprobara la Estrategia 2020 en esta Cumbre, puesto que el documento de la Comisión era manifiestamente mejorable, sino el sesgo de las preocupaciones que sobre la misma que han expresado muchos gobiernos.
Los debates y conclusiones de la Cumbre de Primavera han vuelto a manifestar la falta de liderazgo político de las instituciones europeas y de los gobiernos nacionales para hacer frente a la situación de crisis económica y sus consecuencias, así cómo su débil grado de sensibilidad social.
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