RRHH Digital. Cuando se trata de movilidad laboral, los españoles siempre son calificados como tradicionales, poco arriesgados o incluso acomodados. Pero lo cierto es que esta es una tendencia que está cambiando y que la crisis ha modificado sustancialmente. Tanto es así que el 62% de las personas en edad de trabajar estarían dispuestas a cambiar de ciudad para conseguir un empleo. Esta es la principal conclusión del “Tercer estudio de movilidad laboral” de Randstad”, líder en soluciones de recursos humanos.
Esta cifra es significativamente superior cuando la persona está actualmente sin empleo (un 68% cambiaría su domicilio) que cuando está trabajando (un 54%). Esto indica que la preocupación por el empleo ha llegado a la mayoría de candidatos, ya que incluso cuando éstos tienen un empleo, muestran su preocupación por la situación laboral y su disponibilidad al cambio de residencia.
Otro punto a destacar del informe de Randstad es la diferencia por nacionalidad. La disposición que muestran los encuestados para cambiar su lugar de residencia con el objetivo de conseguir un empleo es significativamente mayor entre extranjeros que entre españoles: un 81% frente a un 58%. Estos datos ponen de manifiesto que la movilidad laboral se ha incrementado más en el último año entre los trabajadores inmigrantes (del 73% a un 81%) que entre los españoles (del 56% al 58%). Y es que éstos han sido uno de los colectivos más perjudicados por la crisis, reduciendo su presencia en el mercado laboral en términos absolutos y relativos. Esta mayor movilidad va unida también a su propia condición de inmigrantes, que hace que su arraigo y su vinculación sea menor con su ciudad de residencia y por tanto estén más dispuestos a moverse.
Sobre esta tendencia a la movilidad también influye que los extranjeros, en general, tienen un perfil cualificado más bajo que los nacionales, lo que dificulta sus posibilidades de encontrar un empleo. Esta menor cualificación está motivada por distintos factores: o bien no han completado sus estudios en su país de origen; o no han homologado sus títulos; o bien cuando han llegado a nuestro país han empezado a trabajar en los puestos vacantes en el mercado, independientemente de si están relacionados o no con su profesión y experiencia y ahora es más difícil para ellos recolocarse.
Los hombres se moverían más que las mujeres
El estudio de Randstad refleja que un 68% de los hombres (64% hace un año) se trasladaría a otro lugar para encontrar un trabajo, pero en el caso de las mujeres, el porcentaje llega al 56% (la misma cifra que el año pasado).
Esta situación está influida por distintos motivos. En primer lugar, los varones están sufriendo en mayor medida la crisis y son conscientes de que las ofertas laborales se han reducido considerablemente en los últimos dos años. Por otro lado, las mujeres son todavía quienes llevan el mayor peso familiar y de ahí que su vinculación personal sea mayor con su domicilio. En una cultura donde los lazos familiares siguen teniendo un gran peso, las mujeres piensan detenidamente sus opciones antes de alejarse de su círculo más íntimo, lo que puede frenar su desarrollo profesional.
Los más proclives la cambio son los profesionales de 30 a 44 años
Por edades, un 64% de los encuestados de entre 16 y 24 años manifestó su conformidad con cambiar de ciudad si el trabajo lo requiere. En este tramo de edad, apenas hay diferencias cuando tienen o no un empleo actualmente.
El grupo de entre 25 y 29 años también se movería en un 64% de casos, pero aquí si que hay diferencias significativas cuando tienen o no un empleo. Mientras un 70% de desempleados entre 25 y 19 años se cambiarían de ciudad para trabajar, cuando ya tienen un trabajo esta cifra se reduce hasta el 58%.
Mayores diferencias se dan aún en el grupo de entre 30 y 44 años, en el que el porcentaje de personas con movilidad laboral llega a un 62%, pero que alcanza el 72% si están en la actualidad buscando trabajo y que se reduce hasta el 50% cuando cuentan con un empleo.
El contrapunto lo ponen el grupo de profesionales de entre 45 y 65 años, que en su mayoría se niegan a cambiar de ciudad por un empleo y que invierten la tendencia general: un 59% no cambiaría de ciudad por un empleo. Esta cifra aumenta aún más cuando ya tienen un trabajo: un 79% de personas mayores de 45 años que actualmente trabajan no abandonarían su ciudad. Cuando no tienen ocupación, un 54% no cambiaría de ciudad, pero sí lo harían un 46% de consultados.
La formación también influye en la movilidad
En cuanto al nivel de formación, destaca que en todos los grupos la gran mayoría cambiaría de ciudad por un empleo. Desde el 56% de las personas con Bachillerato, hasta el 72% de las personas sin estudios. Esto manifiesta que aquellas personas con menos formación y por tanto con menos posibilidades a priori de conseguir un empleo, son los más proclives al cambio residencial.
Como contrapunto se encuentran los profesionales con un título universitario, que también muestran una alta movilidad (un 67%). Estos candidatos se caracterizan por ser más emprendedores en la búsqueda de empleo, ya que en muchos casos han realizado con anterioridad prácticas o estancias en otras ciudades o incluso países. Son conscientes de que en su desarrollo profesional es necesaria una cierta movilidad y lo asumen como fórmula para alcanzar sus metas laborales.
Perfil de la persona móvil
Tras analizar todos los datos y conjugar todos las variables, el perfil de una persona con movilidad geográfica sería el de un varón, de origen extranjero, de entre 30 y 44 años, con un nivel formativo bajo y en situación de desempleo.
Independientemente del género, el profesional móvil contratado por las empresas suele ser una persona en su segunda etapa profesional y con cierta experiencia, por lo tanto de entre 29 y 45 años, con un nivel formativo alto y con un empleo. Y es que cuando buscan las compañías buscan un trabajador para que se traslade a otra ciudad, seleccionan a personas con una alta formación y una contrastada experiencia.
Ventajas de la movilidad geográfica
La movilidad geográfica ofrece un valor añadido a empresas y candidatos. Permite a los trabajadores acelerar su curva de aprendizaje, contar con un interesante bagaje cultural y desarrollar aptitudes que en el futuro puede poner en práctica en su vida laboral. A las empresas les ayuda a contar con recursos especializados con mayor rapidez en respuesta a la demanda. La alta especialización que se requiere para algunos proyectos y la escasez de determinados perfiles requiere esta movilidad, al tiempo que abre más oportunidades a los especialistas.
Pero, ¿por qué la movilidad en España es menor que en otros países? Esta escasa preferencia responde a diversos factores ente los que cabe destacar la cultura y el concepto de familia, la tradición de la vivienda en propiedad que complica el cambio, la dificultad en varios tramos de edad de cambiar de puesto de trabajo, el trabajo de la pareja o la inseguridad de no conocer cuáles serán las condiciones de retorno en un futuro.
Se trata de un concepto que está cambiando en nuestra sociedad y que la crisis ha modificado sustancialmente, pero en el que todavía España está a mucha distancia con respecto a otros países europeos.
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