RRHH Digital. Las comparaciones son odiosas y, en muchas ocasiones, es más que recomendable no hacerlas fuera de contexto. Una tentación que resulta difícil evitar a la hora de hablar de las condiciones del mercado laboral en distintos países, más aún del despido. De este modo, los que apoyan flexibilizar el mercado y abaratar las indemnizaciones por ceses improcedentes acuden, de forma recurrente, al ejemplo de Dinamarca, donde, en principio, disfrutan del coste de despido más bajo de la Unión Europea, así como de una de las tasas de paro más bajas (7,2% frente al 9,5% de la Europa de los 27).
En el extremo contrario, Gobierno y sindicatos han tomado como modelo a seguir el alemán, hasta el punto de incluir en el borrador de la posible reforma laboral una medida a imagen y semejanza de la ‘kurzarbeit’ germana, es decir, una fórmula que evitaría el despido mediante la reducción de la jornada —y, por consiguiente, de los sueldos—, y en la que el Estado tendría que contribuir.
Tanto Esther Sánchez, profesora de la facultad de Derecho de ESADE, como Salvador del Rey, socio de Cuatrecasas, alertan sobre el peligro de hacer comparaciones a la ligera. “Hay que tener mucho cuidado con hablar en abstracto de estos términos, se corre el riesgo de descontextualizar”, advierte la docente de ESADE, quien también insiste en recordar que, a pesar de las posibles diferencias regionales, las reglas de despido son comunes a todos los países de la UE: “Obedecen al principio de causalidad, es decir, no existe el despido libre, y en todos existe compensación”.
Del Rey, que preside el Instituto Internacional Cuatrecasas de Estrategia Legal en Recursos Humanos, completa la lista de características comunes entre los vecinos europeos. “En la mayoría, el énfasis no se pone en la indemnización —afirma—, sino que hay prestaciones paralelas”. Ésta no sólo es la gran diferencia con nuestro país, donde la importante monetización termina por centrar el debate en el coste del despido, sino que también es un aspecto esencial a la hora de hacer comparaciones. “En Dinamarca te pagan menos en la indemnización, pero los tipos impositivos que paga la empresa para los planes sociales (formación, recolocación…) y para la futura prestación por desempleo son muy altos. ¿Dónde resulta entonces más caro despedir?”.
Esther Sánchez resuelve la ecuación: “Que queremos abaratar el despido improcedente, bien, pero también planteémonos el procedimiento. En realidad sería necesaria una reforma integral”. La profesora de ESADE sugiere acercarnos a modelos como el francés — “bastante razonable en aspectos como el despido disciplinario”— o el alemán, donde el empresario asume todo el coste del cese improcedente del contrato, “sin que repercuta en la Seguridad Social”.
Los modelos más comentados
Dinamarca: Con una de las tasas de paro más bajas de la UE (7,2%, según los últimos datos de Eurostat) y una de las mayores tasas de rotación —el 30% de los trabajadores cambia de empleo cada año—, Dinamarca se ha ganado a pulso el derecho a ser un modelo a seguir. En el país de la «flexiseguridad» el despido es barato y rápido, pero también es fácil encontrar un nuevo trabajo.
Sin embargo, la prestación por desempleo es bastante generosa, ya que puede llegar al 90% del salario durante cuatro años, eso sí, está sujeta a impuestos y sólo se mantiene si el desocupado demuestra que está buscando activamente un nuevo puesto, algo que no le resultará muy complicado si tenemos en cuenta que este Gobierno dedica más del 4% de su PIB a políticas de empleo. Por contraste, en España se destina poco más del 2% a este fin, del que sólo el 0,6% va para medidas activas.
Alemania: La protección contra el despido es bastante estricta. Por ejemplo, cuanto más extensa sea la relación laboral, más largo es el periodo con el que el empresario tiene que avisar al trabajador. Si un empleado lleva más de 20 años en la misma compañía con un contrato indefinido, el preaviso será de siete meses. En principio, tras un despido improcedente se debe readmitir al trabajador, pero, como es algo de difícil cumplimiento, el juez suele determinar el pago de indemnización, que, de media, está situada en un mes de salario por año de servicios. El subsidio de desempleo, por su parte, puede extenderse hasta dos años, en función de la edad y la antigüedad.
Reino Unido: La indemnización básica por despido improcedente es de 6.590 euros, aunque a esta cifra hay que sumarle, siempre que no se pronuncie un juez, el salario de tramitación que se fija en tres meses y ocho días. En general, el británico es un sistema con menos regulación que otros socios europeos en cuanto a los tiempos y las causas del despido.
En los últimos meses, el Reino Unido ha alcanzado las cotas más altas de paro de los últimos once años, además, según Eurostat, es el único país de la UE, junto con España, que se mantiene en recesión, con una contracción del PIB del 0,2% .
Holanda: Pese a la crisis, los bajos niveles de desempleo siguen siendo «marca de la casa». De hecho, el último informe de la oficina estadística europea Eurostat sitúa a Holanda como el país con la tasa de paro más baja de los Veintisiete (3,9%). Para entender su boyante situación no hay que dejar de lado el hecho de que una gran parte del crecimiento del empleo se debe a la contratación de trabajadores a tiempo parcial.
Resulta curioso, sin embargo, que los Países Bajos sea la región europea donde la dificultad del despido es mayor. La indemnización por improcedente es discrecional, es decir, en cada caso se pacta entre el empresario y el trabajador afectado.
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