RRHH Digital. Dice Juan García Gay, responsable de Planes de Continuidad de Negocio de la consultora de riesgos y seguros Marsh, que los niños japoneses se entrenan a conciencia para sobrevivir al peor de los terremotos posibles. “Probablemente, durante su vida de adultos, nunca llegarán a vivirlo. Pero yo creo que es correcto prepararse para ese temido escenario”. Gay recurre al paralelismo con la intención de hacer algún reproche a las empresas españolas. Si bien reconoce que son pocas las grandes organizaciones que no han elaborado un documento o tomado medidas para evitar el contagio del temido virus de la gripe A, esta precaución va poco más de un acopio de mascarillas, extremar la higiene o limpiar los conductos de aire acondicionado. “Pero son muy pocas las que están adecuadamente preparadas en caso de pandemia con medidas como el teletrabajo o la subcontratación de personal para cubrir las bajas de la plantilla”.
Sara Blázquez, directora de Comunicación de Crisis de la consultora Burson Marsteller, apunta que algunos sectores, como los de restauración, salud, banca o distribución y alimentación, han actuado con más agilidad. Aunque no juzga con dureza la reacción de la clase empresarial española -”las que consideramos primeras compañías de este país han aterrizado ya, de una forma u otra, en el escenario previsible de la pandemia”-, sí que percibe que las medidas diseñadas “resultan dispares, y a veces poco organizadas, en un plan general de continuidad de negocio”.
Para Blázquez, ni evitar los apretones de manos o los besos ni mantener las distancias físicas son decisivos en el control de una hipotética pandemia. “Aunque se ha generado cierta alarma, no percibimos que se hayan cambiado comportamientos. No existen más posibilidades de contagio cuando se habla con un cliente con una mesa de por medio que cuando se coge el transporte público”, apostilla Pedro José Linares, secretario confederal de Salud Laboral de Comisiones Obreras.
La directiva de Burson Marsteller hace mucho más hincapié en el teletrabajo, los viajes, la higiene y la comunicación, “básica en un proceso de este tipo y a la que no se está dando la importancia que requiere”.
Pero es la naturaleza de las propias compañías la que determina las medidas más importantes de sus protocolos de prevención. En Pescanova, por ejemplo, si el virus se ceba en los tripulantes de alguno de los 120 barcos del grupo, el capitán acordará con la Administración del país del caladero donde se encuentre los planes de evacuación y los posibles análisis a la tripulación.
Por su parte, Línea Directa Aseguradora ha diseñado un «programa de refresco» para aquellas personas que tienen experiencia en el trato con clientes y que ahora se dedican a otras tareas.
El ejemplo de 2006
En 2006, coincidiendo con la alarma por la gripe aviar, Marsh elaboró una encuesta mundial en la que la mayoría de las empresas -el 73%- reconoció estar poco o nada preparada para hacer frente a una posible pandemia de gripe. Las europeas, incluso, se encontraban por debajo del nivel mínimo de seguridad marcado por las norteamericanas. “Durante la crisis de 2006, cuando el riesgo era inminente, algunas se interesaron por mejorar su preparación. Sin embargo, en el momento en que el problema fue perdiendo actualidad, muchas se olvidaron de que siguen sin estar preparadas para el riesgo de un brote pandémico”, advierte Gay.
Hoy, las estimaciones de absentismo laboral como consecuencia de la propagación del virus H1N1 han vuelto a disparar todas las alarmas. Las más optimistas lo sitúan en un 12%, pero algunos pronósticos alcanzan el 50%. La firma de recursos humanos Randstad ha calculado la demanda adicional de sus perfiles más habituales si en el último trimestre del año el absentismo afectara a uno de cada dos trabajadores. La contratación extra alcanzaría a 1.500 mozos, 500 administrativos, 700 camareros, 400 dependientes y 800 inventaristas.
En el sindicato Comisiones Obreras, sin embargo, transmiten tranquilidad. El secretario confederal de Salud Laboral insiste en que los efectos de la gripe A en el Hemisferio Sur, que ahora pasa por el invierno, “no están siendo devastadores”. “En los picos de la enfermedad habrá unos porcentajes muy elevados de absentismo. Pero no estará de baja simultáneamente el 40% de la población. Se podrían generar problemas de organización si, por ejemplo, se adoptaran medidas tales como el cierre de colegios”. Porque, a la hora de calcular las bajas, también hay que tener en cuenta a los padres trabajadores. A tenor de un estudio de Harvard School of Public Health, en caso de pandemia, el 51% de los americanos no descarta quedarse en casa al cuidado de los suyos a costa de perder su empleo.
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