El nuevo decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga, Antonio Vargas Yáñez, criticó que «muchos» de estos profesionales que trabajan en los ayuntamientos de la provincia «deben velar por la corrección urbanística del planeamiento que se desarrolla, se aprueba y se gestiona» pese a «la falta de medios» y a «unas condiciones laborales deplorables».
Vargas señaló a Europa Press que esa «precariedad laboral» es quizá «más frecuente» en los municipios pequeños y advirtió de que «si la sociedad quiere que exista un control urbanístico serio y un rigor en los problemas del urbanismo, tiene que encomendar esa función a los técnicos que ella misma ha formado para eso y dotarlos de las mínimas condiciones económicas y materiales».
El responsable de los arquitectos malagueños lamentó que, en ocasiones, para los responsables municipales, dotarse de personal cualificado y de los medios adecuados «no sea una prioridad» y de ahí surgen «los problemas de la mala práctica urbanística».
En este sentido, denunció que «en muchos casos hay profesionales que trabajan sin contrato, con contrato de servicios, como autónomos o por varias horas a la semana y, pese a ello, hacen esfuerzos loables para mantener un urbanismo con una gestión lo más limpia posible».
«Un arquitecto con un contrato de cuatro horas semanales no puede encargarse del desarrollo, la gestión y el control del planeamiento de un municipio, aunque sea pequeño; de la concesión de licencias, y de las infracciones urbanísticas», expuso.
Aparte de que haya profesionales en los ayuntamientos que tengan «sueldos muy bajos y una precariedad en el empleo altísima», resaltó el hecho de que, incluso, en ciertos consistorios «ni siquiera existe un arquitecto al frente de la gestión urbanística municipal».
Precisamente, Vargas mencionó el aumento en los últimos años de casos de corrupción urbanística y, aunque apuntó que «quien haya metido la pata, que lo pague», hizo hincapié en que «somos un colectivo de 1.300 profesionales en la provincia, donde, teniendo en cuenta el altísimo volumen de obra que trabajan y el elevado presupuesto, el porcentaje de arquitectos implicados es muy bajo».
«La construcción es un sector que mueve mucho dinero y, hoy en día, el arquitecto ya no está en la cúspide de la pirámide, sino que es uno más, con mucha responsabilidad, pero no con la capacidad última de mando», declaró.
En su opinión, «para que las cosas se hagan bien, sin ningún tipo de mala fe, hay que dotarse de los técnicos competentes en el asunto y a éstos de los medios y de las mínimas condiciones de trabajo», al tiempo que defendió que «los arquitectos deben ser los que gestionen el urbanismo en los ayuntamientos, ya que son las personas capacitadas para ello».
NIVELES DE CONSTRUCCIÓN
Por otra parte, señaló que los niveles de construcción vividos en la provincia malagueña en los últimos años, que calificó de «exagerados», son «muy difíciles» de repetir y, de hecho, cuestionó que sean «deseables» porque «hemos estado en unas tasas anuales de edificación de vivienda que no se conocían y que hacían que la sociedad no fuera capaz de beneficiarse de la riqueza generada a costa de su suelo».
«Málaga ha construido mucho –manifestó–, pero los niveles de renta, en proporción con el resto de España, no se han elevado de la misma forma». Otra cuestión, tal y como subrayó, es la necesidad de que la situación actual remonte.
El decano incidió, al respecto, en que «el suelo es un bien escaso, irrecuperable», y sobre todo en el hecho de que «con menos viviendas producidas al año se pueden obtener los mismos rendimientos o mayores y tener tanta riqueza como la que se ha generado o, incluso, más». «Esa debe ser ahora la apuesta», apostilló.
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