El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, «no se enfrentará a los sindicatos» y no cederá ante las demandas de la CEOE, para evitar, entre otras cosas, que convoquen una huelga general.
Ésta es una de las razones por las que «reina la inercia» en la política del Gobierno contra el paro, pese a las recientes peticiones de una reforma laboral, según afirma The Economist en un artículo, en el que la publicación británica critica duramente la gestión del Gobierno.
El paro, «a golpe de talonario»
Lo cierto es que a la espera de que la mesa del diálogo social se reúna esta tarde para intentar desatascar las negociaciones, el Ejecutivo ha garantizado a los sindicatos que no aceptará ni un contrato con despido más barato ni una reducción de cinco puntos de las cotizaciones que las empresas pagan a la Seguridad Social, como piden las empresas como vía para incentivar la contratación.
«Zapatero parece empeñado en solventar los problemas (de los desempleados) a golpe de talonario, llevando el déficit presupuestario al 12% del PIB», cuando «la recuperación depende de volver a introducir a estos trabajadores en el mercado laboral», apunta la publicación.
Mientras todo sigue igual, The Economist expone su visión del mercado laboral español: «El doble mercado laboral divide a los trabajadores en un grupo privilegiado y protegido de la realidad de la recesión (indefinidos) y un segundo menos privilegiado con contratos temporales, en el paro o con empleos ilegales».
La ‘subclase’ trabajadora
«Las empresas no invierten en formación para los trabajadores temporales y se resisten a firmar contratos indefinidos. A la primera señal de crisis, sacrifican los puestos de trabajo temporales», añade.
Ante este panorama, el artículo considera que «un mercado laboral dividido proporciona flexibilidad, pero a expensas de una ‘subclase’ de trabajadores temporales». «La mayoría de socialistas tildarían esto de injusto, pero parece que Zapatero tiene la intención de que la situación permanezca así», concluye.
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