Los cuatro ex directivos del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), que se enfrentan a siete años de cárcel, denunciados por una médica del Centro hospitalario por acoso laboral manifestaron hoy que la denunciante «estaba obsesionada con ser jefa» y que «buscaba otra cosa que no le correspondía a su categoría de adjunta». El juicio se retomará el 2 de Julio, a las 9.30 horas.
Así lo manifestaron hoy los cuatro facultativos durante el primer día del juicio que se celebró hoy en el Juzgado de lo Penal número 4 de Oviedo. Los interrogatorios a los cuatro acusados, por parte de la acusación particular y la defensa, ya que el fiscal no acusa, se alargaron durante tres horas.
La primera en declarar fue la ex directora médica, Matilde Roza. La doctora Roza negó que la cerradura del despacho de la denunciante fuese forzada y manifestó que los despachos del hospital no son personales, así como ningún local del Centro.
Respecto a la denuncia de la doctora Carmen Fernández García-Gudín sobre la negativa de la dirección del Centro a que desarrollase investigaciones, publicaciones y acudiese a congresos, Matilde Roza negó ese extremo y señaló que «nadie en el hospital puede impedir a un facultativo que investigue y publique».
La doctora Roza señaló que la doctora García-Gudín se sentía discriminada, aunque «sin motivos», porque «en el trabajo siempre se le trató como al resto de los adjuntos. Pero ella quería ser jefa y no lo pudo conseguir», añadió.
Por su parte, el ex subdirector médico de servicios básicos, José Astudillo, manifestó que la denunciante estaba «obsesionada» con ser la jefa. «Durante un año estuvo viniendo a mi despacho, todos los días, a las 7.45 horas, para plantearme las mismas quejas», señaló.
El doctor Astudillo dejó claro que durante el tiempo en el que fue subdirector médico de servicios básicos «trató por todos los medios de tranquilizar los ánimos y de que todo el equipo médico tuviera una relación cordial con la doctora García-Gudín».
«La denunciante vivía una situación kafkiana y llena de mentiras. Estamos los cuatro aquí porque ella quería ser jefa y nunca lo consiguió», añadió, el doctor Astudilo.
En este mismo sentido declararon la ex responsable del servicio de medicina nuclear del Hospital, Carmen Roiz; y el ex gerente del Hospital Central, Abelardo Román Roja. Ambos aseguraron que «nunca se le prohibió a la denunciante acudir a congresos» y que mantuvieron varias reuniones con García-Gudín para solucionar los problemas.
«He tenido más de cinco reuniones con la denunciante durante más de una hora de duración», explicó el ex gerente del Hospital Central, Abelardo Román.
Por su parte, La abogada reclama que se condene a los cuatro acusados por un delito continuado de lesiones psíquicas (tres años de cárcel) y un delito continuado contra la integridad moral (cuatro años de prisión), con la agravante de prevalecerse del carácter público.
LA DENUNCIA
Según el escrito de la acusación particular, los propio servicios médicos del Servicio de Salud del Principado (Sespa) diagnosticaron de ‘mobbing’ a la médica, que se encuentra de baja y a tratamiento psicofarmacológico.
La facultativa comenzó a trabajar como residente en la especialidad de Medicina Nuclear en el Hospital, el 6 de marzo de 1976. Según el escrito de acusación la médica es sometida a «humillaciones, no sólo desde el punto de vista personal, sino también desde el profesional».
Fue nombrada adjunto interino con fecha de 1 de enero de 1980, y en abril del mismo año, mediante oposición nacional obtuvo plaza de Médico Adjunto con carácter definitivo, en régimen de personal laboral.
«DESVALORAR» A LA DENUNCIANTE
A partir de 1989, según mantiene la acusación particular, es cuando, por orden expresa de que fuera jefa de Servicio comenzó a «desvalorar» a la denunciante, «personal y profesionalmente» y se le prohibió asistir a cursos de formación para el manejo de nuevos aparatos de diagnóstico nuclear.
Entre otras cuestiones, añade el escrito, se le desconvocaban pacientes o se autorizaba por escrito a personal no sanitario a que hiciera el trabajo que debería corresponderle a ella, «todo ello con el ánimo de destruirla psicológicamente».
Según el documento, a pesar de su antigüedad, en el año 1994 la doctora que presentó la denuncia «fue expulsada de su despacho para ubicarla en una habitación sin luz y con ventilación a servicios higiénicos –al mismo rellano que el retrete vecino–, para dedicar el que había sido su lugar de trabajo a la creación de una sala de café para el personal del servicio».
La facultativa presentó varias denuncias ante la Gerencia y la Dirección y Subdirección Médica y, en mayo de 2006, ante la Inspección de Trabajo.
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