Los representantes sindicales de las cajas catalanas temen que las fusiones entre entidades se conviertan en una solución «forzada» que acabe adelgazando las plantillas y haga peligrar la naturaleza de estas entidades, en cuestiones como su independencia y la autonomía de sus órganos de gobierno.
En declaraciones a Europa Press, los comités señalaron que si se produce una inminente reestructuración del mapa de cajas catalán, con varias quinielas sobre la mesa, los trabajadores rechazarán cualquier decisión que perjudique a sus empleos.
«Nos preocupan temas como la movilidad y duplicación de plantillas», aseguró Aureli Moya, representante de UGT en Caixa Tarragona, que asegura que hace años que escucha la misma canción (de fusión), pero ahora reina una evidente preocupación en el ambiente.
En la misma línea se manifestó otro delegado en la asamblea de Caixa Girona, Josep Maria Insa, que aseguró que la sensación entre la plantilla es de «inseguridad total» ante el continuo run-run de fusiones, una rumorología que consideró «nefasta».
El trinomio de fusión entre Girona, Tarragona y Caixa Catalunya, de fundación pública, sonó en alguna quiniela que convive con otras que apuntan ahora a una unión entre Caixa Sabadell, Terrassa y Manlleu, a la que podría sumarse Manresa.
Quede como quede el mapa final de las ahora diez cajas catalanas, Insa manifestó su rechazo a fusiones «forzadas» por el contexto económico y lamentó que los trabajadores sean los que tengan que pagar las «negligencias de los de arriba».
Asimismo, aseguró que la aprobación el viernes del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), por parte del Consejo de Ministros «puede acelerar» los pasos hacia alguna posible fusión.
El representante de CC.OO. en Caixa Manlleu, Miquel Angel Madrid, reconoció que la dirección parece haber transmitido a la plantilla que la fusión –con Terrassa, Sabadell y Manresa– es una de las opciones que se barajan.
Madrid expresó su temor a que las fusiones que se produzcan tras la aprobación del FROB vayan hacia una privatización que acabe desvirtuando la función social de las cajas.
Sobre el impacto laboral de las fusiones, consideró «primordial» la estabilidad de la plantilla para apoyar cualquier proceso de integración. Desde CC.OO. de Cataluña reclaman mantener los puestos y se eviten salidas traumáticas.
Algunas voces también vertieron sus críticas hacia los gestores de las actuales cajas. «Tenemos a unos directivos muy bien pagados que no siempre han hecho bien su trabajo», apuntó Josep Gisbert, representante de UGT en Caixa Catalunya. Una opinión compartida por e delegado de Caixa Tarragona, que reclamó que si las dificultades de algunas cajas se explican por una mala gestión, sean los gestores quienes asuman las consecuencias.
Gisbert confió en que la intervención pública en la que ha derivado esta situación sea puntual y sirva para «sanear» el sistema, pero que se mantenga la actual naturaleza de las cajas de ahorros. Deseó que los intereses de la gran banca no acaben «por morder un pastel apetitoso» de las cajas. «No me refiero sólo a bancos, sino a otro tipo de capital con intereses distintos a los de las cajas», apostilló.
Ante este escenario, el Govern insiste en que su papel será el de «acompañar» los probables procesos de fusión que se planteen en Cataluña pero sin intervenir. Desde Economía se considera que la coyuntura económica propicia que haya este tipo de operaciones pero respetando su autonomía. Por este motivo, también han preferido que las negociaciones se mantengan en el ámbito de la confidencialidad.
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