La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que hará falta crear 300 millones de puestos de trabajo en los próximos cinco años para que la economía mundial recupere el nivel de empleo anterior a la crisis.
Así lo puso de manifiesto el director de la OIT en España, Juan Felipe Hunt, durante una rueda de prensa para explicar el Pacto Mundial para el Empleo alcanzado la semana pasada en Ginebra durante la 98 Conferencia Internacional de la OIT.
La OIT estima que, incluso después de la reactivación del crecimiento económico, la recuperación del empleo a niveles existentes antes de la crisis no se producirá hasta cinco o seis años después, debido a que siguen diferentes «tempos», explicó Hunt.
Las estimaciones de esta organización, de la que forman parte 183 países, son desoladoras. A finales de 2009, la OIT prevé que el número de parados a nivel mundial se sitúe entre 210 y 239 millones, el equivalente a una tasa de desempleo de entre el 6,5% y el 7,4%.
Asimismo, advierte de que 200 millones de trabajadores están en riesgo de entrar en la pobreza (vivir con menos de dos dólares al día) y de que el paro juvenil podría incrementarse a finales de este año en más de 11 millones de personas, hasta una tasa cercana al 15%, superior por tanto a la tasa de desempleo general.
Además, estima que 45 millones de personas tratarán de acceder al mercado laboral este año y también en ejercicios posteriores, no pudiendo cubrirse tal demanda, pues el crecimiento mundial del empleo será, como máximo, del 0,1%.
«ESPAÑA NO SERÁ UNA EXCEPCIÓN».
Aunque las previsiones de la OIT son a nivel mundial, Hunt afirmó que España no será una excepción en cuanto al tiempo que le llevará recuperarse de la crisis de empleo, y ello pese a las señales y «los primeros brotes» de reactivación a los que parecen apuntar diferentes indicadores. «Pero la fuerza de la recuperación tiene todavía incertidumbres», añadió.
Uno de estos indicadores que han mejorado su evolución es el paro registrado del Inem, que lleva dos meses descendiendo, aunque Hunt insistió en que habrá que esperar a los próximos meses para saber si se trata de algo coyuntural, por efecto del ‘Plan E’, o de la consolidación de una tendencia.
En todo caso, Hunt recordó que la crisis ha tenido en España un impacto más acusado por sus propias características, pues la recesión llegó en un momento en el que los españoles presentaban un elevado endeudamiento y un excesivo déficit exterior, entre otros elementos diferenciales.
Ello se ha notado en los esfuerzos que ha realizado España para paliar la situación económica. Mientras que otros países están invirtiendo entre el 1,5% y el 2% de su PIB a medidas anticrisis, España está dedicando entre el 3% y el 3,4%.
Junto a las medidas adoptadas por el Gobierno, el proceso de diálogo entre éste y los agentes sociales continúa abierto, a la espera de un acuerdo que se espera para antes del mes de agosto.
Hunt, que consideró «legítimas» tanto la postura empresarial de reclamar una reforma laboral como la posición sindical de oponerse a rebajas en el coste del despido, insistió en que el diálogo social «no está muerto» y se mostró convencido de que ambas partes serán capaces de cerrar un acuerdo y avanzar en el modelo de ‘flexiseguridad’ que preside actualmente las tendencias internacionales.
PACTO MUNDIAL PARA EL EMPLEO.
El director de la OIT en España advirtió de que el mundo se enfrenta a una crisis «persistente» de empleo a menos que se lleve a cabo una acción coordinada y mundial para impulsar y mantener los puestos de trabajo.
En este sentido, el Pacto Mundial para el Empleo alcanzado la semana pasada en Ginebra pretende ofrecer orientaciones a las políticas económicas nacionales e internacionales para estimular la creación de empleo decente y el crecimiento económico, proteger a los parados y a los más desfavorecidos, y sentar las bases de un nuevo modelo económico «más justo, más equilibrado y más verde».
Hunt, que definió este pacto como la «respuesta más urgente y amplia» adoptada por la OIT en sus 90 años de historia, señaló que se trata de un compromiso de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores (las tres partes que conforman la OIT) para trabajar unidos frente a la crisis.
En él, dijo, caben todos los países, tanto los ricos como los más pobres y, entre sus puntos más significativos se encuentran la necesidad de situar el pleno empleo y el trabajo decente en el centro de las respuestas a la crisis, establecer salarios mínimos mediante norma o convenio, evitar las espirales salariales deflacionistas, reforzar el diálogo social y la negociación colectiva, y establecer un régimen básico de protección social («piso social») que incluya asistencia sanitaria y otras prestaciones básicas.
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