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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirmó hoy que el coste mundial que los trabajadores forzosos dejan de percibir cada año es de más de 20.000 millones de dólares (unos 14.660 millones de euros), exceptuando a las víctimas de explotación sexual con fines comerciales.
En un nuevo informe sobre los modelos de trabajo forzoso en el mundo, titulado «El costo de la coacción», la OIT describe el «creciente número de prácticas laborales sin escrúpulos, fraudulentas y criminales» y hace un llamamiento para aumentar los esfuerzos en erradicar estas prácticas.
La OIT ve «obvio» que los trabajadores forzosos reciben «salarios más bajos, algunas veces por debajo del mínimo necesario para la subsistencia» y porque en algunos casos deben «honorarios a los agentes y costos de viaje exagerados».
El informe describe los progresos realizados para prevenir el trabajo forzoso, aunque advierte del posible impacto de la crisis económica en estas prácticas.
En este sentido, agrega que «en ese tipo de coyunturas quienes más sufren son los más vulnerables. En esos tiempos es todavía más necesario evitar que los reajustes no se hagan a costa de unas salvaguardias conquistadas a duras penas para impedir que los trabajadores de las cadenas de suministro se vean sometidos a trabajo forzoso o al abuso».
La OIT destaca que, si bien la mayoría de los países han introducido leyes que tratan el trabajo forzoso como un delito criminal, otros tienen dificultades para identificar los casos de abuso y más aún para definir las respuestas políticas apropiadas.
El informe subraya que la mayoría de los casos de trabajo forzoso siguen produciéndose en los países en desarrollo, «a menudo en la economía informal y en regiones aisladas con deficiencias en infraestructuras, inspección laboral y mecanismos para hacer cumplir la ley».
El jefe del Programa Especial de Acción para combatir el Trabajo Forzoso de la OIT, Roger Plant, recalca que «no debemos olvidar que el trabajo forzoso en un delito grave que requiere una sanción penal».
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