El sindicato United Auto Workers (UAW) pidió ayer al Gobierno estadounidense que rechace el nuevo plan de reestructuración presentado por el grupo General Motors, por considerar que el cierre de plantas y los despidos en Norteamérica allanarán el camino para efectuar más importaciones desde México, Corea del Sur y China.
Las objeciones de UAW, que podría llegar a ostentar una participación del 39% en General Motors, representa un nuevo obstáculo en el camino emprendido por la corporación para asegurar su viabilidad y evitar la suspensión de pagos.
General Motors recortará entre 7.000 y 8.000 empleos adicionales, con lo que reducirá su plantilla en 23.000 trabajadores de sus factorías entre 2008 y 2012, período en el que cerrará además 16 fábricas en Norteamérica y prescindirá de cuatro de sus marcas.
La multinacional actualizó el 27 de marzo el plan de viabilidad en el que trabaja y que debe recibir el visto bueno de la Administración Obama antes del próximo 1 de junio, con el fin de evitar la suspensión de pagos del primer fabricante de automóviles de Norteamérica.
La nueva propuesta de la compañía revisa profundamente los objetivos establecidos en el plan inicial de reestructuración que presentó el pasado mes de febrero, y establece entre sus metas una reducción de los costes estructurales del 25% entre 2008 y 2010, hasta 23.200 millones de dólares (17.700 millones de euros).
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