Una leonesa está dispuesta a «donar sus órganos a cambio de una compensación económica», ya que, según dice, su situación es totalmente crítica, vive aislada en su casa y tiene una deuda que llega a los 300.000 euros.
Después de estar trabajando 42 años, I.A., se encuentra sumergida en una crisis económica y psicológica.
I.A. recuerda aquellos años en los que tenía un establecimiento y un bar, sus hijos iban a colegios privados hasta que la crisis económica cambió su vida de forma radical. Empezó a perder sus negocios, el mobiliario del bar lo tuvo que vender por unos 4.000 euros, de los cuales Hacienda se llevó 3.900 euros.
Del otro negocio que poseía, en el que había invertido unos 72.000 euros, y que evitó perder en los últimos dos años, tuvo que regalar todo, desde el mobiliario hasta las máquinas y se tuvo que deshacer de todo para poder extinguir el contrato y con ello la renta y los impuestos.
Ante esta situación, recorrió todos los bancos y solicitó todas las ayudas establecidas por el estado, además de pedir créditos a los amigos. Ante las reiteradas negativas, ha tomado la decisión más importante de su vida y la que más polémica está generando.
Al no poder vender nada, ha optado por la donación de sus órganos a cambio de una recompensación económica, es decir, ha puesto a la venta sus órganos. «Cuando alguien llega a esta situación es que ha recorrido medio mundo buscando otra solución, podía ser prostituta pero soy vieja para ello, podía traficar con estupefacientes, pero no puedo, no es mi forma de vida, o incluso podía mendigar pero no lo hago», asegura I.A.
La única solución que ha encontrado por ahora es «la donación de sus órganos a cambio de una recompensación económica», ya que necesita sacar a sus hijos hacia delante. En estos momentos es lo único que le queda, la otra opción es menos tranquilizadora, se trata de «un suicidio camuflado, si me suicido no le dan el dinero a mi hija, pero si es un accidente de tráfico sí, les hay todos los días».
I.A. intentó vender la casa -para hacer frente a una orden de embargo -, pero la tasación de su vivienda no cubre ni una parte de la hipoteca – ya que la deuda asciende a unos 300.000 euros – y a ella sólo le dan unos 150.000 euros por la casa.
Las desgracias dicen que no vienen solas, además de la deuda, su hija está enferma. «Son mis órganos y es lo único que puedo vender, no espero que nadie me juzgue, ya que otros hacen cosas peores, pero me veo en la obligación de sacar a mi gente hacia delante, llevó 42 años haciéndolo», dice, desesperada.
Ante estas circunstancias adversas, I.A. lleva un año en tratamiento psiquiátrico. «Todo comenzó cuando perdí los negocios, me puse a trabajar 18 horas diarias, pero con todos los trabajos no conseguía un sueldo de 3.000 euros para hacer frente a las letras mensuales, viendo esta situación entré en depresión», concluye.
Así que, hasta el momento, es la única solución que ha encontrado, quizás sea realmente un grito de ayuda para que alguien haga algo.
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