La economía española sufrirá este año una «recesión profunda» de la actividad, de modo que el PIB registrará una caída del 3% en 2009 y un descenso del 1% en 2010, año en el que comenzará a registrarse una reanudación «incipiente» del crecimiento. Así lo recoge el ‘Informe de proyecciones de la economía española’ publicado ayer por el Banco de España.
En materia de empleo, el organismo supervisor estima que la caída de la actividad conducirá a una disminución significativa del empleo, que descenderá un 5,2% en 2009 y un 2,1% en 2010, con lo que la tasa de paro se situará en el 17% este año y por encima del 19% el próximo ejercicio si no se toman medidas.
A pesar de que en 2010 el Banco de España espera que la actividad registre una caída del 1%, estima que la salida de la crisis comenzará en la segunda mitad del próximo año, cuando el PIB se estabilizará e, incluso, podría empezar a crecer de nuevo. «En realidad, buena parte de la caída del producto proyectada para 2010 obedece al arrastre que suponen las tasas negativas del presente ejercicio», subraya.
El instituto emisor indica que los acontecimientos de los últimos meses han dado lugar a una «severa crisis bancaria y financiera», que han conducido a una recesión generalizada en la economía mundial y que, en el caso de España, se ha «superpuesto» al ajuste que ya existía, especialmente en el sector inmobiliario.
De esta forma, asegura que la situación para 2009 y 2010 se presenta «complicada» dentro de un patrón de «recesión profunda», que previsiblemente dará paso a una «reanudación incipiente» del crecimiento en la última parte del próximo año, y añade que la recuperación de la crisis internacional desempeñará un papel fundamental en la modulación de la recuperación en España.
Así, la caída del 3% del PIB para 2009 que pronostica el Banco de España, prácticamente el doble que la última previsión del Gobierno (-1,6%), se basa en el descenso de todos los componentes de demanda, salvo el consumo público. En concreto, el consumo privado caerá un 3% (-1% en 2010) y la demanda nacional retrocederá un 5,6% (-2,4% en 2010).
EL FONDO LOCAL APORTARÁ TRES DÉCIMAS AL PIB
Esta caída del consumo se reflejará en un aumento de la tasa de ahorro de las familias, hasta situarse por encima del 16% tanto en 2009 como en 2010. A su vez, la inversión residencial también experimentará un descenso sustancial, con una caída del 12,9% de la inversión en construcción (-11,6% en 2010), aunque atenuará ligeramente su caída gracias al Fondo de Inversión Local, que podría tener un efecto positivo de tres décimas al crecimiento del PIB en el promedio de 2009 y 2010.
La contracción más acusada se registrará, de acuerdo con las previsiones del Banco de España, en la inversión en bienes de equipo, pues la disminución de la demanda nacional y externa y la gran incertidumbre sobre las perspectivas económicas deprimirán la puesta en marcha de nuevos proyectos de inversión. En concreto, pronostica una caída del 24,3% en 2009 y del 12,6% en 2010.
Por su parte, la demanda exterior compensará, sólo en parte, la fuerte caída de la actividad, aportando 2,5 puntos al crecimiento del PIB en 2009 y 1,4 puntos en 2010. Las importaciones caerán un 15,1% y un 2,6%, respectivamente, mientras que las exportaciones se reducirán un 8,9% este año, pero repuntarán un 2,9% en 2010, al calor de la recuperación del comercio mundial.
SUBIDAS SALARIALES «POCO COHERENTES»
En materia salarial, el Banco de España estima que el crecimiento de la remuneración por asalariado en el total de la economía descenderá ligeramente en 2009, como consecuencia, sobre todo, del menor impacto de las cláusulas de salvaguardia, causado por las bajas tasas de inflación, aunque indica que este crecimiento se situará en tasas del 3%, «relativamente elevadas» y «poco coherentes» con la caída de la actividad y el descenso de los precios de consumo.
En cuanto a la inflación, medida a través del deflactor del privado, el organismo supervisor prevé que se sitúe en el 0,2% de media este año. Esta moderación de los precios frente al 3,8% del promedio del 2008 se debe, sobre todo, a la fuerte caída de los precios del petróleo y de otras materias primas en los últimos meses y a la debilidad de la demanda nacional.
Para 2010, los efectos de base de los precios del petróleo y de otras materias primas desaparecerán, lo que supondrá un repunte de las tasas interanuales de inflación, aunque la atonía de la demanda debería favorecer que el crecimiento de los precios se mantuviera en niveles moderados, del entorno del 1,5%.
MENOR PRECIO DE LA VIVIENDA Y MENOS ENDEUDAMIENTO
El escenario recesivo, añade el Banco de España, supondrá la disminución de algunos de los desequilibrios de la economía española. Así, la contraccción del consumo privado en 2009 y 2010 dará lugar a una reducción del endeudamiento de familias y empresas, que podría descender cuatro puntos del PIB este año y otro punto adicional en 2010, pasando de estar situada por encima del 9% del PIB en 2008 al 4,4% en 2010.
Además, considera que el patrimonio neto de los hogares, que se habría reducido durante el pasado ejercicio como consecuencia del curso desfavorable del valor de los activos financieros e inmobiliarios, podría continuar cayendo a la luz del «supuesto de caída» del precio de la vivienda, generando un efecto riqueza negativo sobre el consumo y la inversión.
En cuanto al sector público, la autoridad monetaria pronostica que el funcionamiento de los estabilizadores automáticos –prestaciones por desempleo, sobre todo– y las diversas medidas discrecionales adoptadas por el Gobierno llevarán al déficit a situarse por encima del 8% del PIB en 2009 y a incrementarse aún más en 2010. Además, el ratio de deuda pública se situaría cerca del 50% en 2009 y del 60% en 2010.
ESCASO MARGEN PRESUPUESTARIO
El Banco de España, que precisa que a corto plazo los riesgos de desviación de estas previsiones son a la baja, pero al alza a medio plazo, considera que en materia presupuestaria el margen de actuación disponible es «limitado», dado el rápido aumento del déficit público que se ha producido como consecuencia de una elevada sensibilidad de los ingresos públicos al menor crecimiento y del aumento del gasto público y de las medidas adoptadas para combatir la crisis.
Por todo ello, demanda planes de «consolidación presupuestaria» que permitan la reconducción de las finanzas públicas a la senda de estabilidad cuando la actividad vuelva a recuperar tasas positivas de crecimiento, así como ajustes estructurales necesarios que promuevan la mejora de la productividad a largo plazo y las inversiones productivas.
Por último, afirma que dada la evolución «tan negativa» que se proyecta en el mercado de trabajo, adquiere gran relevancia el avance en las reformas orientadas a contener la intensidad del ajuste del empleo, incorporando mecanismos que incentiven que este ajuste se realice en mayor medida a través de los salarios y condiciones de empleo, y no mediante la destrucción de puestos de trabajo.
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