Trabajadores de la fábrica que la farmaceútica 3M tiene en la localidad francesa de Pithiviers, al sur de París, han retenido al director de operaciones de la empresa, Luc Rousselet, como medio de presión para renegociar las condiciones del despido contemplado en el plan social de la compañía, que prevé la supresión de 110 puestos de trabajo de aquí a septiembre.
«Esta gente tiene más de qué quejarse que yo, y sabía que corría este riesgo viniendo aquí», admitió el directivo, que no pareció sorprendido cuando los empleados le impidieron ayer abandonar las instalaciones. Su intención era iniciar con su equipo a primera hora de la tarde las modalidades del plan social que se aplicará a la empresa, pero se encontró encerrado con unos veinte trabajadores en su despacho.
Estos últimos exigen renegociar las condiciones de despido y las discusiones, que se interrumpieron hacia las 3 de la madrugada, se retomarían por la mañana. Mientras tanto, los trabajadores hacen turnos de cuatro horas para impedir al director abandonar su despacho.
«Todo el mundo está muy motivado. Esta actuación es nuestra única moneda de cambio, pero no hay agresividad», declaró Jean-François Caparros, delegado sindical de Fuerza Obrera. El grupo norteamericano 3M, especializado en la química y la producción de fármacos, cuenta con 235 empleados en esta localidad y con 2.650 en toda Francia.
El pasado mes de diciembre la dirección anunció la supresión de 110 puestos de trabajo y el traslado de 40 personas a una sociedad que se instalará en Pithiviers a lo largo de 2009, una decisión que justifica por una reducción constante de la demanda que conlleva un exceso de producción. Pero las condiciones del despido no convencen a los afectados que reclaman un aumento de las indemnizaciones y garantías para los trabajadores que se quedan.
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