Mientras que los inversionistas de R. Allen Stanford creían en las afirmaciones sobre ganancias colosales en inversiones seguras, algunos de sus empleados no estaban tan seguros.
Y aunque uno de ellos trató en 2003 de comunicar a los reguladores federales sus preocupaciones sobre el banco, nada ocurrió hasta que las operaciones de Stanford fueron allanadas y cerradas el martes.
El multimillonario texano, con fama de codearse con celebridades y hacer gastos excesivos, se enfrenta ahora a cargos por haber mentido sobre su estrategia de inversiones. Pero en 2003, cuando su imperio bancario ultramarino estaba creciendo desmesuradamente, bastaba con hacer algunas preguntas de más a los gerentes para sufrir el despido, dice el corredor Charles Hazlett.
Hazlett era uno de los mejores empleados en el banco de Stanford, habiendo vendido 10 millones de dólares en certificados de depósitos en un solo trimestre del 2002. La compañía le premió con un nuevo BMW.
Pero cuando un cliente le preguntó a Hazlett detalles de las inversiones, nadie en el banco le dio ni siquiera información básica sobre tasas de riesgo y distribución de fondos, dijo en una entrevista.
Finalmente, dice Hazlett, él pidió una reunión con un alto funcionario del banco para preguntar cómo funcionaban las inversiones. En lugar de una respuesta, recibió un ultimátum: Renuncie o lo despedimos.
"Yo llegué a la cima cuando me gané el coche y estaba rindiendo, pero cuando comencé a cuestionar cosas en el banco, se prepararon para deshacerse de mí", dijo.
Sus sospechas no fueron causadas solamente por las promesas a los inversionistas de ganancias el doble de las tasas normales en certificados de depósitos, explicó. la compañía, además, carecía de estados de cuentas detallados. Y usaba una firma de contabilidad pequeña y apenas conocida.
La Comisión de Valores y Cambio ha recibido críticas por no detectar las mismas señales sospechosas -una compañía de contabilidad diminuta- en el caso de Bernard Madoff, que tuvo un esquema Ponzi de 50.000 millones de dólares durante años pese a que la comisión recibió numerosos informes sobre él.
Hazlett señaló que él repitió sus preocupaciones durante una audiencia de arbitraje sobre su salida de Stanford y que, entonces, pensó que los reguladores investigarían. "Yo me imaginé que era cuestión de tiempo para que la gente se diera cuenta de lo que pasaba", dijo.
Pero Hazlett dice que nunca llamó directamente a las autoridades porque él no tenía pruebas concretas, solamente la sensación de que le estaban obstruyendo.
Resultó que Hazlett no era el único empleado que deseaba saber más sobre el paquete de inversiones de Stanford.
Michael Zarich, principal funcionario de inversiones de la compañía, dijo a las autoridades que él no sabía dónde fue invertido el 90% de los fondos de Stanford.
Zarich dijo que fue entrenado para evadir preguntas sobre la estrategia de inversiones mientras promovía paquetes a clientes acaudalados en Antigua, donde el banco está basado.
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