Los grandes exportadores japoneses están sufriendo la crisis económica en toda su intensidad y han tenido que repensar sus mastodónticas estructuras adaptadas a los tiempos de la bonanza económica.
Multinacionales del sector de la electrónica, la automoción y la banca han experimentado las mayores caídas del beneficio de su historia y han puesto en marcha recortes de empleo y gasto que cambiarán la cara de sus respectivos negocios.
Los gigantes nipones de la electrónica han sufrido especialmente la caída de la demanda mundial y se han visto obligados a reestructurar sus áreas de negocio.
En el sector de la electrónica, el fabricante NEC ha sido de los más afectados y se verá obligado a despedir a 20.000 empleados, la mitad de ellos fijos, así como a cerrar tres plantas de producción y retirarse del negocio de los ordenadores personales en Europa.
Las pérdidas netas que Pioneer espera para cuando termine el año fiscal en marzo, de algo más de mil millones de dólares, han empujado a la firma nipona a renunciar al mercado de pantallas LCD y buscar un socio, su compatriota Sharp, para seguir con la producción de reproductores de DVD.
El mejor ejemplo de la integración en el negocio de la electrónica en Japón es la esperada fusión entre Panasonic y Sanyo para crear el mayor fabricante nipón del sector, aunque problemas legales podrían alargar el proceso por encima de lo tolerable en tiempos de crisis.
Panasonic también se ha preparado para las pérdidas al final del ejercicio, las primeras en seis años, y ha anunciado que despedirá o relocalizará a 15.000 empleados en todo el mundo, además de cerrar 27 de sus 230 plantas.
El gigante Sony fue uno de los primeros en revisar a la baja sus previsiones (con unas pérdidas netas para el año fiscal 2008 de 1.679 millones de dólares) y en anunciar que no espera una pronta mejora de sus balances, por lo que recortará 16.000 empleos y cambiará sus prioridades de negocio.
Para limitar los efectos de la crisis, que se espera termine no antes de 2010, el Banco de Japón y el Gobierno nipón han comenzado a tomar medidas para facilitar el acceso a liquidez que ayude a afrontar las pérdidas.
Los fabricantes de automóviles japoneses podrían unirse a los del sector electrónico para solicitar esas ayudas millonarias, tras recortar la producción por la caída de la demanda de sus principales clientes, norteamericanos y europeos.
Toyota, el primer fabricante de vehículos del mundo, cerrará en marzo el peor año fiscal de sus historia, con unas pérdidas operativas de 4.880 millones de dólares, las mayores de una empresa no financiera en Japón.
Al igual que otras empresas japonesas, Toyota reconoce que los últimos meses de 2008, cuando la crisis se hizo más evidente y el yen comenzó a ganar valor, han tirado por el suelo todas las ganancias del año y que es hora de recortar gastos.
A causa de la caída de las ventas, Toyota ha comenzado a detener sus líneas de montajes y reducir los salarios de sus empleados, así como a cancelar proyectos de nuevos modelos en desarrollo.
Otros como Nissan, Mitsubishi (651 millones de dólares de pérdidas netas a final del ejercicio) o Mazda (140 millones de dólares de pérdidas netas) han adelantado que podrían acudir a las ayudas estatales a la industria para asegurarse la liquidez frente a una situación que podría agravarse este año.
En la banca, Mitsubishi UFJ y Mizuho, las dos mayores entidades niponas, anunciaron la pasada semana pérdidas de abril a diciembre de 2008, mientras Sumitomo Mitsui sufrió un descenso de su beneficio del 73 por ciento.
La exposición de las entidades financieras a los activos tóxicos ha sido la principal causa, mientras que los nefastos números de la industria del automóvil y electrónica hacen prever un empeoramiento del mercado del crédito y crear un efecto dominó que las ayudas estatales esperan detener.
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