El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aumenta la presión sobre los legisladores para que aprueben en los próximos días el plan de estímulo que considera indispensable para hacer frente a la crisis económica.
El plan, dotado de 819.000 millones de dólares (unos 640.000 millones de euros) y que esta semana comenzará a verse en el Senado, resultó aprobado el pasado miércoles en la Cámara de Representantes, aunque sin un sólo voto a favor de la oposición republicana.
Para su aprobación en el Senado, el plan -que Obama asegura que permitirá crear o salvar más de tres millones de empleos- necesita el respaldo de al menos sesenta de los cien integrantes de esta Cámara, cuando los demócratas cuentan con 58 votos.
Desde su llegada a la Casa Blanca, hace casi dos semanas, Obama ha cortejado a los legisladores republicanos para que apoyen la medida, que destina cerca de 275.000 millones de dólares (214.700 millones de euros) a rebajas de impuestos y cerca de medio billón (390.400 millones) a proyectos de infraestructura, educación y energía, entre otros.
Obama, que en sus primeros días de mandato recibió en la Casa Blanca a los líderes republicanos y demócratas en el Senado, acudió el martes al Capitolio a reunirse con los legisladores de la oposición y el miércoles celebró un cóctel con miembros del Congreso en la residencia presidencial.
El domingo invitó a quince legisladores, demócratas y republicanos, a ver con él en la Casa Blanca el partido de la ‘Super Bowl’, la final del campeonato de fútbol americano que paraliza la vida estadounidense.
Sin embargo, los republicanos mantienen sus críticas a la medida, de la que consideran que muchas de sus provisiones equivalen a un despilfarro y harán poco por estimular la economía. Frente a ello, este partido propone más rebajas de impuestos.
El ‘número dos’ de los republicanos en el Senado, John Kyl, advirtió en declaraciones a ‘Fox News’ que el apoyo de su partido al plan de estímulo en esa Cámara se desvanece y serán necesarios ‘importantes cambios estructurales’ para que su formación lo respalde.
‘Hay que empezar desde el principio y volver a montar’ la medida, explicó el legislador, según el cual tal y como está la propuesta ‘despilfarra muchísimo dinero’. A su juicio, se deben introducir enmiendas que encaucen los fondos a afrontar la crisis inmobiliaria, el origen de los problemas económicos actuales.
Por su parte, el senador Dick Durbin, ‘número dos’ de los demócratas en el Senado, afirmó que su partido está ‘muy abierto’ a adoptar algunas de las ideas republicanas.
Los demócratas ya eliminaron esta semana algunos capítulos controvertidos, como fondos para la planificación familiar.
La posición de Obama se podría ver fortalecida si, como se espera, nombra esta semana al senador republicano por Nuevo Hampshire Judd Gregg como su secretario de Comercio. Gregg debería dejar su escaño, cuya vacante correspondería designar al gobernador del estado, John Lynch, un demócrata.
Si Lynch opta por nombrar a un correligionario, los demócratas tendrían 59 votos en el Senado, tan sólo uno menos de los necesarios para aprobar el plan.
La estrategia demócrata, sin embargo, se ha visto perjudicada por el escándalo en torno a Tom Daschle, ex senador por Dakota del Sur y propuesto por Obama para la Secretaría de Salud.
Daschle dejó de pagar en su día al fisco más de 100.000 dólares y recibió cerca de 200.000 dólares por servicios de asesoría a empresas en el sector sanitario, el que tendrá que supervisar si el Senado confirma su nombramiento.
El Comité de Finanzas del Senado tiene previsto celebrar hoy una reunión a puerta cerrada sobre el asunto.
La senadora republicana Susan Collins declaró a la cadena CNN que, si bien Daschle ha pagado sus impuestos atrasados y los intereses, es ‘una cantidad enorme de dinero’.
No obstante, los republicanos se han mostrado cautos al pronunciarse acerca de si estas revelaciones ponen en peligro la confirmación de Daschle. ‘Es demasiado pronto para decirlo’, afirmó Kyl.
Tanto la Casa Blanca como destacados senadores demócratas han expresado su confianza en que Daschle recibirá el visto bueno del Senado.
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