La nueva Alitalia despegó a primera hora de ayer tras culminar un largo y difícil proceso de privatización. Sin embargo, varias protestas y asambleas de trabajadores aguaron la fiesta, provocando retrasos y cancelaciones, sobre todo en los dos aeropuertos más importantes del norte del país, Linate y Malpensa.
Los primeros vuelos nacionales del día partieron a las 6.30 horas del aeropuerto de Palermo (con destino Roma-Fiumicino) y del aeródromo de Roma-Fiumicino (con destino Milán Linate), mientras que los primeros internacionales lo hicieron de Roma-Fiumicino (con destino Buenos Aires, Argentina) y Milán-Malpensa (con destino San Paolo, Brasil).
El aeropuerto de Milán-Linate fue el que más retrasos y cancelaciones de vuelos sufrió como consecuencia de las protestas de los trabajadores, que convocaron varias asambleas. Según la prensa italiana, las cancelaciones fueron unas diez, entre salidas y llegadas.
Algunos grupos de empleados también organizaron movilizaciones en los aeropuertos de Milán-Malpensa y Roma-Fiumicino, aunque con menor repercusión sobre las operaciones de vuelo.
En declaraciones a la televisión ‘Canale 5’, el presidente de Alitalia, Roberto Colaninno, aseguró que se trata de las "últimas manifestaciones" y que, en todo caso "representan una mínima parte" de los problemas que los nuevos propietarios de Alitalia han tenido que afrontar antes de conseguir que la nueva compañía estuviera lista para despegar hoy.
Colaninno consideró que el debut de la nueva compañía señala el éxito de "una operación complicada, difícil y que ha sido realizada en un tiempo récord", "sin haber tenido que interrumpir el servicio" y habiendo logrado un "importante acuerdo internacional".
Después de meses de negociaciones, los nuevos propietarios de Alitalia cerraron ayer un acuerdo con Air France-KLM, con el que la compañía franco-holandesa adquirirá una participación del 25% de la italiana, convirtiéndose así en su primer accionista. El precio de la operación asciende a cerca de 323 millones de euros.
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