La ministra francesa de Justicia, Rachida Dati, volvió ayer al trabajo sólo cinco días después de tener un hijo por cesárea, al parecer ansiosa por no ser apartada tras una serie de reveses políticos.
Los diarios franceses dijeron que Dati, que tiene tendencia a meter la pata, se sintió obligada a volver al ministerio ante la esperada importante reforma judicial que iba a presentar el presidente Nicolas Sarkozy.
Dati, de 43 años, no ha querido revelar el nombre del padre de su hija y ha sido objeto de atención de los medios en los últimos meses por sus gustos caros y una aparente caída en desgracia.
"Desde luego quiso evitar la imagen devastadora de un presidente de la República anunciado una reforma fundamental del sistema legal sin que ella estuviera presente", comentó el diario de los negocios Les Echos sobre su regreso.
Hija divorciada de inmigrantes norteafricanos, Dati se convirtió en la cara pública de la campaña de Sarkozy de introducir la diversidad en la política francesa cuando fue designada al frente del poderoso ministerio en 2007.
Pero se ha hecho muchos enemigos en el sector, que critican su estilo áspero, y numerosos asesores de su círculo más íntimo han dimitido en los últimos meses, alarmando al Elíseo.
Los expertos gubernamentales consideran que el propio asesor judicial de Sarkozy, Patrick Ouart, ahora eclipsa a su ministra.
Las noticias de su embarazo aumentaron el interés en ella, con tanto el ex presidente del Gobierno español José María Aznar como el ministro francés de Deportes, Bernard Laporte, negando públicamente que fuesen el padre.
El Ministerio de Justicia no ha querido comentar la situación personal de Dati.
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