El ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, opina que la administración debe promover el conocimiento del castellano o las lenguas cooficiales a los inmigrantes, pero no debe imponerlo como obligación, y que "imponer el catalán a los inmigrantes, por ejemplo, tendría un efecto contraproducente".
En una entrevista publicada ayer por el Periódico de Catalunya, el ministro de Trabajo e Inmigración considera un "planteamiento erróneo" obligar a las personas en este sentido.
Corbacho dice que la reforma de la Ley de Extranjería pretende "ordenar" la reagrupación familiar, ya que ahora tenemos un país con cuatro millones de tarjetas de residentes, por lo que se diferenciará entre familia nuclear, pareja e hijos menores de 18 años, y familia con ascendientes.
Según el ministro, el reglamento tendrá que desarrollar las condiciones del inmigrante para el derecho a la reagrupación que estará vinculado a la vivienda y las condiciones económicas.
Para Corbacho, sería deseable pactar la reforma de la ley con el máximo consenso posible y ha dicho que si el PP actúa en la "centralidad" no hay motivos para que no pueda aprobar esta reforma.
Sobre el aumento del paro, Corbacho apunta que empieza a haber "síntomas de esperanza y confianza", con una baja inflación y tipos de interés reducidos, y afirma que con las políticas activas del Gobierno se pueden crear unos 300.000 puestos de trabajo.
Corbacho insiste en que el PSC no debió vincular su voto en los Presupuestos Generales del Estado con la financiación autonómica y señala que está orgullos del PSC, del que no abdicará nunca, pero que ahora es ministro de España, nombrado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al que debe "lealtad institucional".
Considera igualmente que Zapatero es el presidente que "más ha hecho y más se ha comprometido con Cataluña en los temas de mayor complejidad, como el Estatut".
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