Los urólogos han detectado un aumento paulatino de las consultas por disfunción eréctil causada por la crisis económica, según informó esta semana el doctor Luis Prieto, responsable del Departamento de Urología del Instituto Bernabeu en Alicante, quien detalló que la relación entre la crisis económica y la disfunción eréctil "se basa en la aparición de la ansiedad y las alteraciones de la autoestima", indicaron en un comunicado fuentes del centro médico.
El experto consideró que "han aumentado las consultas por disfunción eréctil porque ha crecido el número de parados". La preocupación "provoca insomnio, falta de apetito, cansancio, tristeza, nerviosismo, irritabilidad y pesimismo", y "con todo ello, hay más ansiedad y se tiene menos relajación y peores condiciones para las relaciones sexuales".
La disfunción eréctil tiene cada vez más un "origen psicológico", debido a problemas tales como el insomnio, la falta de descanso adecuado, el descontrol del ciclo del sueño, que son situaciones de ansiedad y estrés que en estos casos están generadas por la crisis, indicó.
"La relación entre la crisis económica y la disfunción eréctil se basa en la aparición de la ansiedad y las alteraciones de la autoestima", precisó. "El mecanismo por el que la ansiedad se relaciona con la aparición de la disfunción eréctil ha sido muy estudiado, ya que desempeña un papel doble: en primer lugar como inicio u origen de la misma y en segundo lugar, como mantenimiento de dicha disfunción".
Así, "un primer episodio situacional de disfunción eréctil en casos donde la ansiedad impera, puede convertirse en una primera experiencia frustrante", reveló. Tras esta situación, el varón puede sentir una siguiente relación preocupado por su rendimiento con la pareja, lo que incrementa su auto-observación.
"Si adicionalmente existen pensamientos obsesivos, causas exógenas que generan inseguridad, mitos o ideas de culpa, la situación que se crea será claramente ansiógena, generando una mayor probabilidad de incapacidad parcial o total para mantener una relación sexual satisfactoria", añadió.
Además, si a todo esto se añaden problemas previos de relación de pareja o dificultades a la hora de establecer relaciones interpersonales "la situación puede volverse francamente amenazadora o displacentera".
AUMENTO POR LA CRISIS
Del balance de las consultas por disfunción eréctil de origen psicógeno se desprende que el prototipo del hombre que visita las consultas urológicas por este motivo "es de un varón promedio 35-45 años, sin alteraciones orgánicas, relaciones sexuales previas satisfactorias, pero que a partir de un expediente de regulación de empleo o cese en su actividad laboral, empiezan a aflorar problemas de pareja".
"En la entrevista se perciben algunos cambios en hábitos normales, como pueden ser "el aumento del uso del tabaco, consumo de alcohol, menor descanso o consumo de ansiolíticos", indicó.
Los varones acuden indistintamente solos o acompañados, "en esto no cambia el perfil habitual, sino que suele ser dependiente de la timidez del varón y también del grado de participación de la mujer en el problema".
Prieto explicó también que "cuando el varón acude solo, suele venir para tener una primera aproximación de cuál es la causa de su problema con el fin de solucionarlo".
En otras ocasiones, acuden conjuntamente cuando hay participación y comunicación de pareja en el problema, cuando la timidez del varón en este aspecto es importante, sobre todo en los últimos años, el varón es traído a la consulta por la propia mujer".
SOLUCIONES
En principio, según los expertos, "este tipo de problemas se solucionan solos, sobre todo si desaparece la causa". No obstante, "puede ser de gran ayuda una entrevista especializada, y el más adecuado especialista en este caso es el Urólogo, que ha de conocer los aspectos tanto psicológicos como orgánicos que afectan a esta disfunción", recomendó.
Para el doctor Prieto "es siempre necesario descartar factores orgánicos", tales como el aumento de la tensión arterial o la medicación antihipertensiva, que pueden producir por sí solas este trastorno.
Además, vigilar los hábitos de vida, el descanso, hacer ejercicio físico, llevar una dieta saludable, el consumo limitado de alcohol o dejar de fumar, son recomendaciones personalizadas "que pueden ser de gran ayuda".
Así mismo, resaltó que afortunadamente también "se dispone de fármacos frecuentemente eficaces, con baja tasa de efectos secundarios, que no producen dependencia y que en algunos casos pueden ser de gran ayuda.
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