Una huelga de seis días de agricultores contra la política agropecuaria del Gobierno argentino finalizó el miércoles con un acto frente al Congreso sin haber afectado exportaciones alimentarias que rondan los 35.000 millones de dólares al año.
Columnas formadas por productores, unidos con activistas políticos de partidos de derecha e izquierda opositores al gobierno de Cristina Kirchner marcharon por avenidas del centro de Buenos Aires y se concentraron frente al edificio del Parlamento para un abrazo simbólico.
La marcha se había iniciado desde un cruce carretero en la localidad de San Pedro, 160 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, en medio de la rica región de la Pampa Húmeda.
Los líderes agrarios reclamaron al Gobierno una política agropecuaria "integral y de emergencia" y convocar al diálogo para debatir los problemas del sector.
Los agricultores pretenden que el Gobierno baje a cero los impuestos a las exportaciones, es decir que los elimine, además de pedir una devaluación de la moneda de 3,24 a 3,50 pesos en relación al dólar.
Pero el reclamo no afectó esta vez las ventas de alimentos como ocurrió en la anterior protesta de 128 días entre marzo y julio pasado contra un proyecto gubernamental de tributos móviles a las exportaciones de alimentos, dijo una fuente de las cooperativas agrarias de la región central del país a AFP.
La soja, principal cultivo y fuente de ingresos fiscales, movía negocios anuales por 24.000 millones de dólares, pero la persistente caída de su precio internacional causa estragos en la economía de los productores y en las arcas del Tesoro.
"Con estos precios internacionales no hay lugar para las retenciones. La situación amerita su eliminación, pero aceptaríamos que fuera gradual", dijo Hugo Biolcatti, uno de los líderes de la protesta y jefe de la Sociedad Rural, que nuclea a los grandes hacendados.
El precio de la soja, el mayor producto de exportación de Argentina, se derrumbó en el mercado de Chicago desde casi 600 dólares por tonelada hace dos meses a 340 dólares el martes, al compás de la crisis financiera mundial.
Pero el nuevo reclamo tomó, además, una proyección política, con un tono opositor a la presidenta Kirchner, cuando falta poco más de un año para las elecciones legislativas que renovarán parte del Parlamento.
"Esto no termina hoy. Termina en las próximas elecciones", afirmó otro de los dirigentes agrarios, Carlos Garetto, en un acto ante productores.
Se trató del segundo ‘lock out’ de los empresarios agrícolas desde que Kirchner inició su mandato en diciembre, tras la prolongada huelga con bloqueos de rutas que mantuvo en vilo al país.
Aquel conflicto terminó con una dura derrota para Kirchner cuando el Congreso rechazó el proyecto oficial de imponer impuestos móviles a las exportaciones de granos, que había desencadenado el reclamo.
Argentina es el primer exportador mundial de harinas y aceites de soja, el cuarto de trigo, el segundo de maíz -detrás de EEUU- y el tercero de granos de soja, según la secretaría de Agricultura estadounidense.
Las ventas externas de alimentos superan 50% de las exportaciones totales de Argentina, que tiene un potencial para proveer productos agrícolas para 300 millones de personas, aunque sólo tiene 40 millones de habitantes.
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